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Nubes.

Esponjosas nubes acariciaban su cuerpo como algodones de azúcar, cosquilleando intensamente y haciendo que su sensible piel recibiera las sensaciones gustosamente. Dante estaba en el más profundo de los sueños, sonriente y por primera vez en mucho tiempo, feliz, sintiéndose bien, aunque todo ello fuese una mentira que su mente creaba para él.

Una linda y hermosa mentira.

La noche había llegado demasiado rápido y él no había encontrado nada más que hacer que simplemente dormirse en su habitación hasta que el amanecer del siguiente día llegase o tuviese que despertar al no poder dormir más, con su cuerpo totalmente descansado. Entonces él se obligaría a levantarse y a salir de su cueva para enfrentar lo que seguro sería un horrible y nefasto día.

En un barrido su sonrisa se fue esfumando lentamente de su cara, transformando aquellas líneas expresivas y curvas en una simple línea recta, blanca, sin emoción ni nada parecido. La luz que entraba por su ventana, al igual que sus ánimos, era inexistente. A veces solía leer en algunos libros de la biblioteca de la mansión en los cuales el protagonista se levantaba con los hermosos y cálidos rayos del sol cepillando su cara en un cosquilleo angelical, y luego éste se preparaba con entusiasmo para su nuevo día.

Lo que, claramente, no era su caso. Dante taponaba las ventanas para no tener ningún contacto con el mundo exterior, aún si tan sólo fueran algunos inofensivos rayos de luz de sol, a él no le importaba. Sólo algunas veces, él se veía en la obligación de abrir la ventana un poco por las noches, cuando la brillante felicidad amarilla desaparecía y sólo quedaba la fría desolación lunar.

Amaba la luz de la luna.

─Otro día... ─Musitó deprimido, con una sonrisa triste en su cara, levantándose con inexistentes ganas de la mullida y cómoda cama.

En Italia, casi siempre hacía sol fuerte, y ese día, fue la excepción. El clima estaba triste, nublado, frío y gris, igual que siempre, y eso le encanto, porque le hacía sentir que no era alguien incomprendido.

─Bueno, supongo que no puedo hacer nada más que seguir soportando ─Se dijo a sí mismo.

Él era su única compañía, y eso no era bueno. Los pensamientos autodestructivos lo atacaban con demasiada frecuencia, tanta que era aterradora, pero él no se dejaba hacer tan fácil y ponía un poco de resistencia ante ello.

No porque quisiera vivir su vida. Sino porque le tenía miedo a la muerte y al vacío que decían que había después de ella.

Se frotó la piel erizada por el frío, acomodando los vellos rebeldes que sobresalían intentando explorar sus alrededores infructuosamente por el oscuro lugar. A paso lento se dirigió a su armario y procedió a vestirse.

Lo primero que se puso fueron las muñequeras que estaban en la mesita de noche, a un lado de su cama, y luego procedió a ponerse la chaqueta manga larga que tanto le encantaba utilizar en los días lluviosos como esos. Luego se puso su pantalón y acomodó su cabello, y después, se puso unas chanclas para poder salir de su habitación.

Tenía hambre. La noche anterior no había cenado, su estómago estaba vacío y su perezoso lobo aullaba queriendo consumir un poco de alimento.

Al abrir la puerta un frío le recorrió de pies a cabeza, pues el rocío del ambiente impactó directamente con su rostro, y bajó a lo largo de éste. Un suspiro salió de su boca y se apresuró a bajar por las extensas escaleras repartidas en forma de caracol a la planta baja, en dirección a la cocina.

─Buenos días, joven Dante ─Saludó una de las sirvientas del hogar, en señal de respeto, el cual era más que obvio que no le tenían.

Se sintió nervioso porque hasta hace unos cuantos meses, nadie notaba su existencia, solo hasta la muerte de su hermano menor y aun no se acostumbraba a la atención que recibía. Aquel que había tomado su lugar sin justa causa, solo porque su padre le odiaba, cuando su hermano había nacido, todos se habían olvidado de él.

Todo porque su madre falleció en el parto, su padre lo culpaba por ser el asesino de la mujer que amaba, Dante de cierto modo también odiaba a su madre, la odiaba por no llevarlo con ella; por permitir que de cierto modo viviera tales injusticias.

Su vida pareció cambiar cuando conoció a Alessandro, aquel joven del cual se ganó su confianza rápidamente y se hicieron grandes amigos, aquella amistad era lo que le impulsaba a continuar, con la esperanza de que todo cambiaria algún día.

De cierto modo le tenía aprecio a Alessandro, quien, luego de la muerte de su hermano, fue quien lo ayudo a integrarse tanto a la empresa como a la sociedad; todo en la vida de Dante había estado cambiando para bien, se centro en mejorar y rápidamente se adapto a la nueva vida que ahora le tocaba ser el heredero del emporio Macchiavello.

Aunque al principio fue duro, sobre todo por los cuchicheos de que su hermano lo había reemplazado y solo con su muerte él había podido superarlo, Dante logro ganarse su lugar con su esfuerzo y dedicación.

Le envió mensaje a Alessandro, pensó en invitarle a almorzar, hacia algunos días que no se veía con su amigo, de cierto modo le alegraba el salir y pasar un rato con él. Alessandro a pesar de haber nacido en cuna de oro como el, no era una arpía como las demás personas de su círculo social.

Su pecho se apretó, sintiendo inevitablemente, envidia hacia amigo después de leer:

"Lo siento hermano, he quedado con Gianna hoy"

Sus piernas que habían estado inmóviles hasta ese momento se movieron solas en dirección a la cocina, con la mirada gacha y el corazón bombeando intensamente, queriendo escapar de ese lugar, pensaba que ya lo había aceptado, pero todo era mentira; aun no podía aceptar que su amigo le había ganado a la mujer que amaba. Sentía como su corazón latía más rápido con cada segundo, molesto, frustrado por que, para su corazón, Alessandro le había robado a la mujer que él amaba. Intentando ignorar el ardor en su pecho, sacó algo de la nevera que sirviera para calmar un poco su hambre.

Así que Alessandro había invitado a almorzar a Gianna. Bien por él. Aunque su corazón se apretujó ante la idea, intentó que ésta no fuese su principal pensamiento, no quería gastar la poca energía que le quedaba en algo tan estúpido y poco provechoso.

No iba a mentirse a sí mismo pensando que no le afectaba la relación de Gianna y Alessandro, a pesar de que se había prometido a si mismo mantenerse lejos, había ciertos momentos en los que en su mente surgían locas ideas como llevarse a Gianna bien lejos y tenerla solo para él, sin importarle nada, siquiera sin importarle lo que Gianna quisiera.

Aunque después de lo que le había hecho a su "hermanito", esa idea no sonaba tan descabellada.

Dante intento sacar esos pensamientos de su cabeza, aun se sentía culpable y miserable por eso, no debió haberse dejado llevar por sus instintos aquel fatídico día. Pero si lo pensaba de otra manera, aquel suceso de cierto modo mejoro su vida.

Su móvil volvió a vibrar, era otro mensaje de Alessandro, uno que nublo su mente. No iba a permitir que eso sucediera.

"Le pediré matrimonio a Gianna"

<< Ese había sido el inicio de su desgracia>>

"La fe no es sólo creer en algo, es creer en ti mismo y tus propios sueños, especialmente en aquellos que parecen imposibles".

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⏰ Última actualización: Dec 30, 2023 ⏰

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