Por A.G Mirochnick en la piel de R.P Olivares
Todo comenzó una bella tarde que compartía junto a mi pololo. Él, como le correspondía aquel viernes, se quedaría a dormir en mi casa, y yo, por lo tanto, estaría obligada a ver una de esas películas de mafiosos que tanto le gustan, ¡pero todo sea por el amor! Además, en el fondo disfrutaba de aquellas películas.
Aproveché que aún no la poníamos a reproducir para mirar mis redes sociales. A él le molestaba que no pusiera toda mi atención en la película. Yo disfrutaba de uno que otro vídeo de Instagram en el que gente que se maquillaba o apretaba masas extrañas que sonaban como plástico burbuja al estallar. Luego, me pasé a Facebook con el fin de enterarme de lo que pasaba en el mundo, y he ahí, en una de las múltiples páginas animalistas que sigo, una chica había publicado la foto de tres gatitos, ¡literalmente recién nacidos!
Mi corazón de abuelita, especialmente sensible ante los cachorros, no pudo más que romperse al leer la desgarradora historia de tres gatos recién nacidos que habían sido rechazados por su madre y corrían el peligro de morir de hambre. Inmediatamente me contacté con la muchacha, quien pedía alojamiento para las criaturas porque trabajaba y no podía suplir sus constantes necesidades. Le dije que como era estudiante y me hallaba en vacaciones de verano, no tenía problema en ocuparme de ellos. Ella accedió, y quedó en venir a dejármelos al otro día. No había más que esperar.
Al otro día, yo y mi pololo fuimos a la plaza que quedaba a la salida de mi villa, y esperamos a la chica. Esta llegó en un auto junto a otro sujeto, se bajó y me mostró una cajita de zapatos, en cuyo interior reposaban solo dos de los tres cachorros, e inmediatamente me explicó el porqué de ello:
-Ayer tratamos de acercar a los gatitos con su madre. Los dejamos un rato allí, pero tal parece que nuevamente los rechazó.
-Pero ¿y el otro gatito...? -pregunté alarmada-.
-Cuando volvimos a ver qué había pasado, notamos que no estaban las crías. Miramos en todas las direcciones, y vimos que una vecina, quien se hallaba haciendo algo sospechoso junto a su basurero, entró rápida y cautelosamente a su casa luego de que la pilláramos. Entonces, nos acercamos al basurero, y al asomar en su interior, nos encontramos con una bolsa de plástico que mostraba indicios de haber sido apretada con brusquedad. En su interior, se hallaban los gatitos. Ella intentó asfixiarlos...
-¡Qué desgraciada! -vociferé. La cólera se apoderó de mí al escuchar sobre tan deleznable acto-.
-Lo sé -prosiguió la chica-. Luego me percaté de que sólo había dos gatitos, y junto a mi pareja movimos toda la basura buscando al tercero. No lo hallamos por ningún lado. Recorrimos la plaza con el oído aguzado, a ver si lo oíamos llorar, pero nada...
La furia que sentí se convirtió entonces en tristeza, por aquel tercero del cual nunca se supo más. Sin embargo, reconocí que era mejor centrarme en lo positivo: aquellos dos gatitos aún estaban en este mundo, a punto de ser entregados a mí para su cuidado.
La chica me dio el sustituto de leche materna que había comprado para ellos la noche anterior. Yo lo recibí con un sincero gracias. Luego me entregó la caja, vio por última vez a los cachorros y se marchó. No la volví a ver, y solo me contacté con ella semanas más tarde, pero ya hablaremos de ello.
Inmediatamente después de que se marcharan, yo y mi pololo nos dirigimos a una tienda de artículos para mascotas y compramos otro sustituto de leche materna. Aquí comienza la verdadera aventura de la maternidad para mí.
El primer desafío a superar eran mis papás. Debo admitir que, en un principio, la idea era que yo me los quedaría hasta que tuvieran edad para comer y así darlos en adopción, por lo que ellos aceptaron sin el menor problema que aquellas pequeñas e indefensas criaturas alojasen en nuestra morada. Además, no tardaron en tomarles cariño a los cachorros. Soy hija única, pero parecía que tuvieran otros bebes en aquel tiempo.
ESTÁS LEYENDO
Cómo Conocí A Mi Titito
Short StoryMi polola (novia para los no chilenos) quería participar en un concurso para ganar un paquete de comida para gato. El concurso trataba de escribir un cuento sobre cómo conociste a tu mascota y responder a la pregunta de si creías que la habías salva...