Capítulo 1

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-... Indica que la cabina ha alcanzado la altitud de crucero. Para su seguridad y comodidad... -

«En eso consiste todo, en que la señora esté cómoda y no le falte de nada. Podrías mover el trasero de vez en cuando, para variar.»

Val sacudió la cabeza, apoyada contra el duro respaldo del asiento del avión, y trató de conciliar el sueño sin revivir una y otra vez su humillante discusión con Nayeli. Estaba agotada y lo único que deseaba era dormir durante el vuelo de La Guardia a LAX. Llevaba toda la semana sin dormir bien, porque no había dejado de darle vueltas a las palabras de Nayeli.

- ¿Le apetece algo para picar hasta que sirvamos la comida? -

El asistente de vuelo de voz nasal ya estaba allí otra vez. Val no estaba acostumbrada a las atenciones de primera clase. Tenía la esperanza de que la comodidad de los asientos valdría la pena a cambio de los puntos de viaje extra que había canjeado por subir de categoría, pero sólo sería así si lograba dormir. De todas maneras, le resultaba agradable que la trataran a cuerpo de rey.

- Un poco de agua - respondió Val.

Aquel día había bebido menos que de costumbre y no parecía probable que fuera a dormir. Se bebió la botella en unos pocos tragos y cerró los ojos. Estaba tan cansada...

- ... A la derecha pueden ver los miles de lagos que cubren Minnesota, así como el lago Superior... -

«Uy, sí, eres taaan superior. ¡Qué carajo, vamos a cele- brarlo! Este año estamos ganando menos dinero que el año pasado y a ti se te está acabando lo de tirar de la imagen de niña buena. Para ser famosa, tienes que actuar como los famosos.»

Completamente desorientada, Val abrió un ojo a tiempo de ver al auxiliar de vuelo sirviendo una ensalada César al hombre que se sentaba a su lado.

- Está despierta - la saludó el auxiliar alegremente. - ¿Querrá filete o pollo Newburg?

Val se aclaró la garganta, pero aun así la voz le salió ronca.

- Pollo - respondió y se llevó la mano a la garganta. - Y más agua -.

Le dolía un poco el cuello al tragar y, a la menor señal de molestia, su instinto de cantante hacía que se le dispararan todas las alarmas. Se había castigado la voz durante toda la semana, cantando con el grupo con el que actuaba y disfrutando del entusiasmo de un público amante del swing y el jazz. Mientras hubiera alguien que la escuchara, ella seguía cantando, ya que no quería volver a meterse en el hotel y recordar la pelea otra vez. No quería romper con Nayeli, pero quizá no había más remedio. Nayeli tenía razón: iba a cumplir los cuarenta en tres semanas y se estaba quedando sin tiempo para muchas cosas.

Dios, había sido una discusión horrible. Había visto a Nayeli lanzarse a la yugular de otras personas antes, pero nunca se había mostrado tan implacable con ella. Estaba tan cansada...

- ... gracias a esta fantástica visibilidad, la falla continental puede verse desde ambos lados del avión, perdiéndose en el horizonte... -

«¿Quieres expandir tus horizontes? Niñata estúpida, la gente como tú y como yo se queda para siempre en Woton, Minnesota. Naciste siendo nada y eso es lo que siempre serás.»

Val despertó, aferrada a los reposabrazos de su asiento. Dios Santo, había pasado de Nayeli a su madre. Sabía que estaba cansada, pero ¿tanto se le estaba yendo la cabeza como para soñar con su madre después de todos aquellos años?

Temerosa de volver a quedarse dormida, comió un poco del helado con jarabe de caramelo caliente que el solícito auxiliar de vuelo se apresuró a servirle. De repente, se dio cuenta de que tenía los ojos llenos de lágrimas y se reprendió mentalmente por dejar que el llanto llegara tan lejos.

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