Capítulo 3

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— ¡Hasta aquí llego! No pienso aguantar más esto. — grita después de dar un portazo, haciendo temblar la lámpara que está sobre la mesa.

La puerta volvió a abrirse y apareció la misma chica furiosa tirando al suelo varios billetes con desprecio, volvió a desaparecer no sin antes dar otro portazo.

— Por fin. Estaba deseando que se largase. — digo aliviada. — Mira, ha pagado ya. — sonrío victoriosamente señalando el dinero.

— ¡Arya! Te dije que yo me encargaría. No te tenías que meter en esto. — dice René molesta.

— ¿Qué? A veces, es necesario olvidarse del tacto y ir directo al grano, así es más rápido.

— De verdad, no tienes remedio. — Suspira.

René llevaba tiempo intentando echar de su casa a una chica que vivía de inquilina en una de sus habitaciones.

Todo estaba bien: era muy amigable, ordenada, no era problemática.

El problema comenzó cuando desaparecía ropa y otros objetos de la habitación de René. Incluso cuando abría la nevera cada día veía que estaba vacía después de hacer la compra. Cuando quería ducharse el agua estaba fría y no quedaba jabón. Al llegar de su trabajo el salón estaba echo un desastre, y sospechaba que traía gente a su casa sin avisar...

En conclusión: mientras más tiempo pasaba, más desastrosa era su compañera y siempre conseguía manipular a René para pagar en otro momento, cosa que no ha hecho hasta hoy.

— Se dice de nada.

— ¿Te apetece tomar algo? Necesito salir de aquí, hay mucha mala vibra y no quiero que me afecte a mi buena racha. — dice sonriendo.

— Si a esto lo llamas buena racha no quiero saber cómo será la mala. — digo en tono burlón.

— A veces, me dan unas ganas tremendas de callarte esa bocaza. — dice poniendo los ojos en blanco.

— Venga, vámonos que ya te está afectando a tu buena racha y no queremos eso, agresiva.

Cojo el brazo de René saliendo de su casa, pero ella se detiene y vuelve a entrar.

— ¿Qué haces? ¿Otra vez con tus brujerías? — pregunto incrédula.

— Calla, estoy concentrada. No quiero que esa loca de ex compañera vuelva a por mis tacones de Dior en venganza, son mis favoritos.

— Oh, por Dios. — apoyo mi espalda en la pared que está frente a la puerta esperando a que la chiflada de la bruja termine con sus hechizos, o lo que esté haciendo.

Comenzó a verter vinagre por todo el pasillo, puso una olla con agua y yerbas hirviendo que olían fatal y colgó amuletos en las paredes.

— Nena, que vas a espantar a tu ex compañera, no a fantasmas. — comencé a reírme sin parar.

— Lo sé, pero es un dos por uno. Nadie entraría aquí con esta peste. Y las malas vibras se irán. — dice tapándose la nariz y agitando una de sus manos para ventilar su alrededor. Cerró la puerta rápidamente y tomó una gran bocanada de oxígeno. — Espero no haberme intoxicado.

— Todo sea por tus Dior. — digo entre carcajadas.

Pillamos a una anciana asomada por la puerta curioseando en nuestra dirección y René no pudo evitar mirarla mal, a lo que yo me contuve la risa. Aquella señora era una de las vecinas costillas del edificio, y con eso digo que hay otras cuatro que son sus amigas.

— Enserio. Esa señora tendría que estar más atenta a su vida y no a la de los demás, ahora no parará de hablar con las otras bichejas de lo de hoy. — gruñe.

Arya Slorach ©️ [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora