Legato

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Legato (ligado, unido): en notación musical es un signo de articulación que indica un modo de ejecución de un grupo notas musicales, de diferentes alturas, que se deben interpretar sin articular una separación entre ellas mediante la interrupción del sonido.

*

Francis se detiene frente al café al que suele pasar algunas de las mañanas que va a la academia. Duda un momento antes de entrar pero al final se decide y lo hace, con una sonrisa en su rostro, dedicada a la chica que siempre se encuentra ahí en el turno de la mañana. Se para frente a la barra y pide un café negro para llevar. Sale de aquel lugar con el café en una mano y la otra metida dentro del bolsillo del pantalón.

Al llegar a la academia, camina por el patio y saluda con sonrisas a todos los alumnos que lo reconocen y le desean buenos días, y aunque quizá para todos es el mismo hombre de siempre, en realidad se siente como alguien diferente. No es para menos, considerando lo que ocurrió el día anterior, cuando hizo aquella escena frente a Arthur. Es evidente que no le agrada a Kirkland y de hecho Francis no termina de decidir si es que éste le agrada a él, pero entre ambos se había instalado una cordialidad que comenzaba a acercarse a la simpatía, y ahora, supone, todo regresará a como fue durante sus primeros días en la academia.

Y todo por querer una respuesta a una pregunta que ha hecho mil y un veces.

Admite que se excedió un poco (de acuerdo, más que un poco) al exigir una respuesta a la eterna pregunta; y en su defensa sólo puede decir que aquél no fue un buen día (fue un día terrible y quizá más que eso). Admite también que esa no es la mejor excusa, pero es la única que tiene y no se siente de humor para inventar algo distinto.

Además, ¿quién puede culparlo por su curiosidad?

Mientras camina, recuerda los primeros comentarios que escuchó sobre Arthur Kirkland, años atrás: cosas buenas y cosas malas que, después descubrió, eran por culpa de la envidia; cosas extraordinarias que parecían invenciones de fanáticos. Se acuerda de la incredulidad ante lo que escuchaba, porque todo era demasiado irreal para ser cierto. Y en su mente está grabado, en especial, el recuerdo de una noche, en París, en la que fue con dos amigos a un concierto de la Orquesta Sinfónica de Londres y no pudo reprimir el llanto cuando lo escuchó tocar a él por primera vez. Le basta con cerrar los ojos y evocar la imagen de su rostro sereno mientras los dedos recorrían el diapasón y el arco trazaba los movimientos precisos.

Con eso y otras cosas en mente, al fin llega a su pequeña oficina y entra en ella. Es media hora más temprano de lo que acostumbra y Arthur no se encuentra ahí. Francis se detiene un momento en el umbral de la puerta y dirige su mirada al escritorio de su colega, preguntándose si regresarán a esos días en los que Arthur prefería quedarse en las aulas en vez de pasar tiempo cerca de él. No lo culpa, piensa mientras echa un vistazo a su alrededor y frunce el ceño, como siempre, ante el terrible color de la pared y lo juntos que están los muebles ahí dentro. Su mirada se posa en el café que tiene en la mano y su ceño se frunce aún más. En vez de dejarlo sobre el escritorio vecino, lo deja en el suyo.

Corre la silla y se sienta, con la mirada fija en la pared mientras se pregunta qué pasó por su mente al decidir llegar antes cuando no tiene mucho que hacer. Sus clases son prácticas y evaluará a los alumnos hasta que tengan sus recitales, uno de los cuales está cerca. Dejó su violín en casa, además. No que importe demasiado. Otro suspiro se le escapa. Desganado, busca entre los papeles que hay en el escritorio (que son pocos, la verdad), y toma algunas hojas pautadas y un lápiz.

Su media hora termina y ni una sola nota se encuentra en el papel.

Al mirar el reloj, se pone de pie para dirigirse al aula de su primera clase. Es con los chicos de primer año y tiene alumnos muy buenos que, sabe, llegarán lejos. De hecho está completamente seguro que escuchará sobre alguno de ellos en unos años y eso le hace sentirse orgulloso. Mientras aún piensa en ello su mirada vuelve a posarse en el escritorio vacío y aprieta los labios, olvidándose por un momento de sus alumnos.

[Hetalia] A due (UKFr) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora