❝𝑵𝒖𝒏𝒄𝒂 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒓𝒂́𝒔 𝒔𝒐𝒍𝒂, 𝒔𝒆𝒓𝒆́ 𝒖𝒏𝒂 𝒆𝒔𝒕𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂 𝒈𝒖𝒊𝒂𝒏𝒅𝒐𝒕𝒆 𝒆𝒏 𝒆𝒍 𝒄𝒊𝒆𝒍𝒐.❞
"¿Enfermedad... Avanzada?. - Susurró la pequeña de 11 años junto a su padre sentada en la habitación de hospital.
No logramos diagnos...
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Cuando era pequeña, siempre pensé que ser positiva me haría la vida más fácil.
Ser la mejor, ganar, apoyar, era tan fácil que con esas simples palabras podías lograr la cima.
Pero nunca sabes que te depara el destino, menos si es arruinar tu vida.
¿Como puedo explicarles mi lucha conmigo misma?
17 de Octubre
- !Esta vez te ganaré!. - Escuché a Hinata detrás mío, hacíamos una competencia de quien llegaba primero a la cancha de nuestra secundaria.
Normalmente entrenaba con él todos los días, hasta iba a mi casa a jugar voleibol los dos juntos.
Nos sentíamos incomprendidos hasta que nos conocimos a mediados de primaria, y los dos teníamos aspiraciones iguales a principios de este año cuando se obsesionó con el pequeño gigante.
Para él era el pequeño gigante, para mi, mi madre.
- ¡Sabes que soy muy terca!. - A medio camino, con la brisa en mi rostro me sentí tan cansada que comencé a toser un poco.
Me detuve, por primera vez me detuve.
- ¡Nomi-chan!.- Gritó Hinata parando en seco y corriendo a observarme, el patio estaba tan vacío que mi respiración agitada se podía escuchar por todo el lugar.
Sentía como si mi corazón se fuera a salir de mi pecho, las palpitaciones en mis oídos y me ahogaba cada vez más... Pensé que me desmayaría o moriría en ese mismo lugar.
No podía respirar.
- ¡Hay que llevarte a enfermería!. - Mi amigo agarro mi muñeca y comenzó a arrastrarme preocupado hasta la enfermería.
-Debe.... - Tomaba aire por cada palabra que decía para normalizar mi respiración, intentaba mostrarme tranquila y dedicarle una sonrisa para calmarlo pero yo estaba el doble de preocupada -. Debe ser mi resfrío, hoy desperté con un resfriado inmenso.
Hinata paró en seco, mirándome confundido.
- No creo que eso sea un resfrío.... - Susurró, escaneando mis los ojos.
Tragué duro y le sonreí de lado.
- Es solo un resfrío, no te preocupes.
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- No estás bien. - Hablo mi padre en la puerta de mi habitación.
- ¿Qué haces aquí? Es miércoles. - Intenté sonreirle pero estaba demasiado débil.
Y no entendía el por qué.
Desde que llegué al departamento no he tocado la pelota de voleibol, ni he llamado a mis abuelos, ni he salido a correr o a andar en bicicleta.
