Capítulo VII

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Entre pensamientos, Raúl cabalizaba todo acontecimiento, sentimiento, acción y reacción desarrollada entre Ismael y él desde que se vieron por última vez en su boda, hasta la tarde de hoy, en lo que habían transcurrido los sucesos, los términos y connotaciones ocultas entre ambos, por mucho tiempo, sentimientos indescifrados y cómo siempre imaginó al menor dándole la espalda tras aquel encuentro forzoso más por cuenta propia, futurizando la pérdida inminente del rastro de Ismael para siempre, dando paso a la duda si había sido o no lo correcto.

Si podíamos ser sinceros, cualquiera en la situación por la que pasó Ismael, su sufrimiento, sus inseguridades, aquellas voces en su cabeza o medianamente, siendo herido afectuosamente, hubiese dejado de lado todo lo relacionado con aquello o aquel causante de su desventura, olvidándose por completo de lo que alguna vez, vivió y sintió emanar de lo más profundo de sí. Antes de ese día estaba seguro, conociendo a Ismael, que para sí mismo, cualquier herida o alegría ocasionada por mérito suyo, hubiese sido suficiente por dar un "finito" a su amistad, tal cuál como se fue, sin opciones, sin charlas, sin enmendaduras, sin mirar atrás y desaparecer por completo, no mereciendo ninguna oportunidad de la noche a la mañana, al menos no sin intentar arreglarlo.

En esos días, tras la charla con Ismael, no podía evitar pensar en Sara, también sentía un punzón en su pecho, quería a la rubia, la amaba demasiado como para hacerle algo así, amarle de la forma en que habían estado pasando el último año, pero lo que él no sabía era que ese lugar en su corazón pertenecía a Ismael, después de tanto tiempo, él era su dueño, aún antes de haberla conocido.

Sin embargo, la rubia también había ganado terreno en Raúl durante el tiempo que estuvieron saliendo e incluso entablaron una relación formal, no obstante, para él se convirtió en una mujer y centro especial en su vida, y sus experiencias y vínculos fueron algo único, no por menos se había convertido en su, ahora esposa. Pero reevaluaba los acontecimientos, y todo lo que había sucedido para darse cuenta que sin saberlo, había llegado a querer al azabache, de la misma forma que él le quería hace mucho antes de conocerle a ella, y en base a su confusión y sentimientos encontrados, se reprochaba el hecho de que aquel compromiso, había sido tal vez una de las decisiones más apresuradas que hubiese tomado. 

Raúl se mantenía frente al gran ventanal de la habitación de Ismael, dándole una buena repasada a sus sentimientos. Se encontraba algo desalentado, desde muy pequeño nunca fue capaz de tomar buenas decisiones, a sabiendas que el resultado de las mismas siempre era peor que el problema que intentaba solucionar, incluso en su adultez le costaba trabajo saber elegir y pensar con claridad, por aquel miedo irracional a fallar, y no poder acarrear con sus consecuencias.

Solo soltaba suspiros mientras daba una ligera mirada al menor, quien se encontraba dormido en la cama, aquel incidente le había dejado muy débil, acunándole y velando por él después de haber tratado sus heridas.

-Isma.....- Se lamentaba de lo ocurrido, dudando de si fue lo correcto haber ido a verle, pensando en que todo podía seguir como estaba.

Pero....e Isma?.....

Muy en el fondo sabía que algo estaba mal, desde hace tiempo, respectivamente cuando empezó a salir con Sara, en aquel entonces nunca le prestó atención, y se daba golpes mentales al no ver venir ni comprender los sentimientos del pobre chico. Y sin más le marginó de su vida, como si no fuese importante que estuviese en ella. Después de curarle, el notó leves y múltiples cicatrices en sus brazos y piernas.

Aquello lo acongojaba y le hacía soltar un jadeo de tristeza, incluso con el pasar el tiempo, no dejaba de lacerar sus penurias a través de su cuerpo, algo que le preocupaba bastante y por eso se desenvolvía su dilema moral.

Lo que más temía era equivocarse y darle una falsa esperanza a Ismael rompiéndole hasta un punto que él mismo desconocía su consecuencia, eso si le asustaba. 

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