Black and White © [Wolfstar]

Black And White

Black and White

I see us in black and white,
crystal clear on a starlit night,
in all your gorgeous colours.
I promise that I'll love you for the rest of my life.

—Es imposible que sepas con quién vas a casarte justo ahora, Cornamenta —rió Remus.

Sirius no puede evitar lanzarle una mirada estrecha y mostrar su ceño fruncido ante tal declaración.

—Es una premonición, Lunático —aseguró James. Peter frunció los labios y observó los apuntes sobre su cama.

—Pero si te inventaste la tarea de Adivinación durante el desayuno —mustió confundido.

—Da igual, Colagusano —intervino Sirius, con una sonrisa burlesca en los labios y el falso tono empático en la voz—, dice Cornamenta que ese tipo de cosas se sienten, ¿verdad, Jamesie?

—Tú no puedes opinar si desapareces con chicas después de cada clase, Canuto —bufó el azabache—. Además, si mal no recuerdo, querías casarte con la profesora McGonagall, así que serás más que ignorado.

Peter suelta una carcajada escandalosa a la par que James mientras Remus le lanza miradas fugaces y oculta su sonrisa detrás del libro de Adivinación.

—Bien —gruñó Sirius—. Ve y destruye el jardín de la profesora Sprout para darle flores a Evans, pero cuando te deje por un búlgaro estaré ahí para reírme de de tí.

James parlotea sobre por qué regalarle las flores de la profesora Sprout a Evans es vital para que sea la próxima señora Potter, Sirius lo ignora, evidentemente, y se deja caer junto a Remus. No tiene intenciones de hacer los deberes, pero tampoco quiere ir a arrancar flores. Lo que quiere es besar a Remus hasta que se le olviden las predicciones alineadas con los planetas.

Se le ocurre que podría besar a Remus si tan solo James, Peter y todo el maldito colegio supieran que está saliendo con él, ¡joder! Incluso podría hablar de su propia boda.

No está muy seguro de por qué no le han dicho a nadie, es decir, salir con Remus es reciente, tan reciente como el verano, o sea, hace cinco meses.

Sirius recuerda perfecta y vívidamente la última noche que pasaron en casa de James en el verano. Después de acampar por dos días, Euphemia había decidido conjurar un par de camas extras para que pudieran pasar al menos una noche en una cama decente, y, mientras James y Peter metían el montón de almohadas que tenían en la tienda, Sirius no pudo tolerar la lejanía entre Remus y él.

Tiene que admitir que está algo más que colado por Remus, y esos días de verano, con tanto sol, tanto calor y tanta, pero tantísima piel al descubierto, santo Merlín, si no hubiera besado a Remus esa noche probablemente habría enloquecido. Lo mejor de todo es que Remus no se apartó, no lo alejó, no lo ignoró, no se burló ni huyó.

Joder, Remus le había sonreído de la manera más hermosa en todo el planeta y había apretujado su mano, como si dijera yo también. Una parte de sus piernas todavía están ahí derretidas en el jardín de los Potter.

Así que todo había marchado bien desde entonces, un montón de correspondencia, un montón de besos, un montón de caricias, un montón de todo; Sirius no tenía ninguna duda de que Remus era para él y él era para Remus. Hasta que James le preguntó cómo hacía para que las chicas no lo siguieran todos los días en espera de más o si es que finalmente estaba con una sóla chica.

¿Cómo se suponía que le dijera a James sobre Remus? Más importante aún: —¿Por qué no le hemos dicho a Cornamenta y Colagusano que estamos saliendo? —preguntó bruscamente.