I-LAND Ep. 11 (1/2)

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[14:34]

—Voy con Daniel, ¿okey? No quiero que esté solo.— avisaste a los chicos ya que ellos iban a seguir practicando y el menor se había ido hacía tiempo ya.

Los chicos asientieron sin prestar mucha importancia y te dirijiste con el menor de todos. Era una edad muy extraña, el que esté en un programa tan peligroso para su salud mental y desarrollo es un miedo que nunca se iba de dentro tuya, por lo que lo máximo que podías hacer en esta situación era pasar tiempo con él e intentar hacer todo más ameno.

—Hi~— saludaste alegre al entrar.

—Oh, hola, noona.— se notaba triste, decepcionado. Era un sentimiento que esperabas que tuviera, por lo que seguiste tu pequeño plan y fuiste a abrazarte a él, apoyando su cabeza en tu pecho y empezando a darle pequeños cariños en su cuero cabelludo, poco a poco notaba como se podía ir tranquilizando.

—¿Sabes que estoy orgullosa de ti?— cosas positivas y una sensación de cariño era loq ue necesitaba. —Realmente lo has hecho tan bien. ¡Y siendo tan joven!— te quejaste de forma infantil sacándole una sonrisa, calentando tu corazón. —¡Já! ¿Tienes cosquillas?— empezaste a hacerle cosquillas en el cuello notando como intentaba suprimir su risa. —¡Sí tienes!— al notar como negaba empezaste a hacerlas por todos los lugares donde normalmente se tienen.

Llevaba un rato riendo, te daba paz verlo así, feliz. Al fin paraste y os volvisteis a tumbar para recuperar aire.

—¿Quieres tortitas? Hago unas tortitas increíbles.— le propusiste viendo como se le iluminaba el rostro y empezaba a asentir emocionado, te levantaste de la cama, con la intención de ir a hacer las tortitas. Tu único objetivo era verlo feliz. —Vamos a la cocina, me ayudas a hacer la masa para que todos coman. ¡Pero antes! Cambiate esta ropa y después ve a avisarles a todos que no salgan de sus cuartos.— explicaste el plan y te encaminaste a la cocina mientras él fue a cambiarse lo más rápido posible.

Tras ponerse una ropa más cómoda empezó a ir por todas las habitaciones avisando a todos que no podían salir hasta siguiente aviso, dejando a todos confusos pero no demasiado interesados debido al cansancio emocional, mental y físico.

—Ya les dije.— llegó cerca tuya tras recorrer todo la vivienda. —¿Ya empezaste?— preguntó con un leve tono triste al ver que ya tenías todos los ingredientes fuera, quería ayudarte en todo.

—Somos muchos, debo hacer mucha masa, solo estaba haciendo unos cálculos. Ahora ayudame.— le pediste evitando cualquier malentendido y él se arremangó para poneros manos a la obra ya despreocupado.

Al cabo de algo menos que una hora cocinando e intentando que no se os quemaran las tortitas entre risas y anécdotas de vuestra vida, habíais terminado. Estabaís orgullosos de vuestra creación.

—Ahora avisales de que vengan mientras arreglo esto, pero diles que se tapen los ojos.— le pediste y él salió corriendo haciéndote reír, empezaste a poner unas 3-4 tortitas por persona a lo que el menor avisaba a todos.

Los chicos empezaron a llegar todos cogidos de las manos intentando no tropezar y caerse, Daniel y tu no parabais de reír por la escena de ellos tropenzandose y agarrándose de los demás, haciendo que también tropezaran en cadena, y molestándose con los demás.

—Huele a ¿tortitas?— dudó Hanbin, quien era el más tranquilo entre todos ya que no estaba agarrado de los demás.

—¡A la de tres abren los ojos!— avisaste y todos se prepararon. —¡1, 2 y 3! ¡Ta-chan!— exclamasteis los dos mostrando vuestra obra de arte.

Al segundo se escucharon exclamaciones de emoción y hambre y todos comenzaron a tomar asiento de manera desordenada y descuidada, preocupandote por el bien de la mesa y las sillas.

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