No, no podía más, salí sollozando y corriendo hasta las escaleras del boliche y me senté en una de ellas acurrucándome entre mis rodillas y llorando, alguien se acerco a mí y se sentó a mi lado.
-Tara...- tomo un profundo suspiro -lo siento, no pensé que te haría tan mal bailar-
Me acomode y lo mire, nerviosa empecé a juguetear con las puntas rubias teñidas que tenia al final de mi coleta, mire al piso y suspire
-No, lo siento, es solo que yo...- no podía continuar
-No esta bien, no sigamos con esto- se peino su pelo de forma atolondrada y continuo- Solo dime una cosa-
-Que- conteste un poco enojada
-Dime cual es el verdadero color de tus ojos-
-¿Cómo sabes que uso lentillas de color?-
-Por favor, es muy obvio, se que tus ojos no son grises-
-Son color miel, son horribles- contesto mirando el suelo y antes de que digiera algo más, salí corriendo hacia mi casa, ya sabia demasiado sobre mi.
Me desperté en el sillón de mi casa, tenia una taza de café entre mis manos a medio tomar, me levante de un respingo y sentí mi camiseta mojada, mire la taza enojada al comprobar que tenia una pequeña grieta en la parte inferior de la manecilla
-Carajo- susurre molesta. Deje la taza en la mesa de la cocina y me dispuse a subir a mi habitación cuando de repente tocan la puerta
-¡Quien es!- grito demasiado fuerte
Nadie contesta, bajo refunfuñando las escaleras y abro la puerta, era mi madrastra.
Que ridícula se veía con su vestido que según ella era de "Marca refinada" y sus tacones de Cruela de Vil, nunca tuvimos buena conexión.
Me aparta de un empujón y tan solo se limito a mirarme y hacer una mueca de desaprobación al ver la mancha de mi camisa blanca, yo la esquivo y subo a mi habitación a leer un libro hasta que...
-¡Tara!- grita mi madrastra-Ya sabes que no me gusta que leas tanto, ve al parque o invita a una amiga a tu casa-
-Pero...- respondo en un tono suplicante
- ¡Cámbiate esa camiseta, por dios! ¡Y nada de peros!-
Refunfuñe y corrí a mi cuarto a cambiarme la camiseta, me puse un buzo gris (pues hacia de enserio frío) y unas medias que me llegaban hasta las rodillas, baje en silencio, agarre mi notebook y me fui, cerrando detrás de mi la puerta con un portazo.
Camine hacia una cafetería cualquiera y pedí un café, me senté en una meza redonda con decoración muy antiguas y me relaje, abrí mi notebook y seguí con mi historia de fantasía ¡Como amaba la fantasía! Me parecía grandiosa, podía escapar de la gente que me rodeaba y ocultar mi secreto... además podía escribir mentiras y nadie me decía mentirosa, igual nunca puedo escapar de mis compañeras que no hacen mas que decirme- ¡Ey, reina de los duendes!- o - ¡Ya venciste al dragón con tu "súper" espada!- y muchas mas... ¡tontas! Ellas porque no tienen que estar por ahí evitando a lo que ellas mismas son, humanos, pero bueno, hay gente que tiene suerte y otras no.
Cuando me dispuse a coger mi café, descubrí que ya no se encontraba en el lugar donde debía estar, levanto la vista de mi notebook y...
El chico del boliche se encontraba sentado en la silla de al lado, haciendo creer a la gente que miraba un cuadro concentradamente... mientras bebía mi café
-¿Qué haces acá?- pregunto con un tono entre sorpresa y rabia
-De paso- contesta, sonriendo
-Bueno, digamos que te creo pero ¿De donde me conoces? Es decir, me saludaste en la fiesta por mi nombre-
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HE
Teen FictionAhí estaba el con su abrigo azul marino y su bufanda blanca, el...aun parecía un sueño, con su cabello rojizo y anaranjado y esos ojos tan verdes y delicados. Aun tenia ganas de besarlo y abrazarlo como hacia siempre, pero ya no era posible, ya no. ...