Acto 3 - Hierro

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Despierto en el hospital completamente aturdido, sin ganas de estar despierto solo quiero descansar un poco mas, escucho como las enfermeras de turno platican sobre la condición en la cual se encuentra mi cuerpo. 

Como supuse no puedo ver nada de mi ojo izquierdo, es una lastima porque acababa de venir de un cuerpo anciano y no veía casi nada, sin embargo no puedo quedarme mucho tiempo aquí, no pretendo quedarme e ir preso por las acciones que Soren cometió.

Procedo a levantarme de madrugada e intento escabullirme después de quitarme los cables y sondas que estaban en mi cuerpo, no miento si les digo que me dolía todo el cuerpo, pero para mi seria mas fácil morirme ahora y saltar a otro cuerpo, lo malo es que no me puedo suicidar. 

Salgo por la puerta de mi habitación, y me percato de algo muy importante. ¡Hay dos policías custodiando mi pasillo!. ¿Acaso de verdad no puede ser peor? no hay forma de evitar a los guardias sin enfrentarme a ellos. 

Vuelvo a gatas a la habitación y tomo un par de jeringas con solución salina, una sabana y una bacinilla que estaba abajo de mi cama. 

Salgo de mi habitación y por la espalda inyecto en el cuello a uno de los guardias, el otro comienza a golpearme con su macana y lanzarme al suelo, mientras yo tenia la sabana atada a mi mano derecha, y usaba la bacinilla como un pequeño escudo para que no me pegaran tanto. En un descuido del primer guardia  tomo su arma de reglamento y le disparo en la pierna, luego en la cabeza. El segundo policía procede a llamar refuerzos mientras me dispara.

Tengo la boca llena de sangre, este sabor a hierro lo conozco bien, es el sabor de la batalla y en verdad es lo único que me hace sentir vivo, procedo a atrincherarme en la estación de enfermeras y ahí encuentro a dos enfermeras de turno, les hago...

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Tengo la boca llena de sangre, este sabor a hierro lo conozco bien, es el sabor de la batalla y en verdad es lo único que me hace sentir vivo, procedo a atrincherarme en la estación de enfermeras y ahí encuentro a dos enfermeras de turno, les hago señas con mis dedos para que se queden quietas y no griten. Pero como nada es perfecto ellas gritaron "El esta aquí" revelando mi ubicación, no me había percatado de que también estaba sangrando por unas de las heridas que me cosieron así que estoy en serios problemas. 

Siendo un ente que he vivido tantos años también he sido medico por lo que se exactamente que me esta pasando y como debo de tratarme, sin embargo la posición en la cual estoy no me permite estar en ventaja, esto pronto se llenara de policías y estaré de mal en peor, no deseo volver a estar en prisión, son los años mas amargos que puede tener un ser humano y ya estoy demasiado viejo para esto. 

Tomo todo lo que veo con mis manos y lo pongo dentro de una bolsa que se encontraba bajo el escritorio, lo hago rápido porque ya escucho los pasos del policía, no puedo evitar un enfrentamiento directo, tengo que al menos incapacitarlo para luego escapar de aquí, lo malo es que he perdido mucha sangre y no coordino bien mis movimientos. 

- ¡Sal con las manos en alto! (Exclamo el policía)

- ¡Solo si sueltas tu arma! (le grite)

En ese momento escuche dos disparos y el sonido de las balas atravesando la madera del escritorio donde estaba, a el no le importaba si las enfermeras morían o no, así que me levante del suelo, les guiñe un ojo a las enfermeras que estaban detrás de la puerta y me eche a correr del lado contrario al policía y volteándome de vez en cuando para devolverle el fuego. 

Llegue a las escaleras de servicio y decidí bajar por las barandillas solo para hacerlo mas rápido, pero mi suerte acaba ahí, al terminar de bajar al parqueo me esperaban 5 patrullas de policía armados hasta los dientes, mi única esperanza de escapar es que me maten, pero duele demasiado, ya solo quiero dejar de morir. 

Con mi ultimo aliento me enfrento a la policía y me llenan de balas, mi cuerpo cae como el plomo en el pavimento frio del parqueo del hospital. 

Tirado en el suelo la herida mortal de mi cabeza se cierra, Dios todavía no quiere que sea mi final

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Tirado en el suelo la herida mortal de mi cabeza se cierra, Dios todavía no quiere que sea mi final. Ahora  despierto como el policía que mate al salir de mi habitación con el mismo sabor de hierro en la boca.

El policía de hace rato no puede creer lo que esta viendo su compañero Ulrik Nielsen se levanta de un charco creado por su propia sangre, atónito me pregunta porque no morí si vio como mi cabeza recibió un impacto en la frente, a lo que solo respondí:

Fue Dios quien que no me quiere dejar ir. 

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⏰ Last updated: Jan 19, 2021 ⏰

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Ankabel - Aquel Que No Puede MorirWhere stories live. Discover now