Dos

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La fiesta de mi primo estaba en su punto, todo el gentío bailando al ritmo de una canción que en lugar de música parecía barullo, chicos y chicas compartían besos y toqueteos, y algunos se dedicaban a comer algunos pobres snacks que Dylan había preparado. Nada especial, era lo mismo de siempre. Y en mi caso, era habitual que se me acercaran muchachos a burlarse de que era menor de edad y sólo acudía allí porque el dueño de la casa, de tan sólo veinte años, era mi pariente.

Yo, sentado en el piso con mi espalda apoyada en la pared, jugaba con un cigarro que tenía entre las manos, mientras lo contemplaba; preguntándome si prefería ser un marginado por no tomar riesgos, o herir mis pulmones haciendo algo ilegal.

-Collingwood, si vas a estar amargada, ve a cuidar al bebé-escuché a la voz molesta de Jason decir.

-¿De qué hablas?-habló la chica que estaba a un metro de mí.

Éste posó su mano sobre su cintura y la giró, para que me mirara.

-Es el primo de Dylan, es dos años menor que tú-sonrió burlonamente conectando sus ojos con los míos-Suerte-le dio un empujón y desapareció entre la multitud alocada.

La chica me observó de arriba hacia abajo, y yo hice lo mismo con ella. Debía admitir que era muy guapa: vestía una camisa de jean encima de una remera púrpura de la cual la parte del final se ocultaba dentro de su short celeste, pantimedias negras, y converse violetas. Su cabello era color marrón y lo llevaba atado en una coleta por un moño morado, y a los costados le caían mechones que adornaba con sus lindas facciones; poseía una nariz respingada, unos labios finos y rosados retocados con brillo labial bajo unos preciosos ojos color miel que jamás olvidaría, delineados sobre los párpados.

Bajé la mirada hacia mis ropas, llevaba unos simples pantalones obscuros, y arriba una sudadera gris, cuya capucha descansaba sobre mi cabeza.

Aprovechando que ella continuaba concentrada analizándome, escondí el cigarrillo en mi puño derecho y lo deposité en el bolsillo de mi prenda superior.

Vi sus pies acercarse y sentí cómo se dejaba caer a mi lado, soltando un suspiro.

-Con que tienes diecisiete, eh-dijo.

Me limité a asentir.

-Ser mayor de edad apesta.

La miré de reojo para comprobar si estaba bromeando o lo decía en serio, pero juzgando por su expresión no andaba de graciosa.

-Sólo te juntan los problemas que tenías antes y te los recargan, remarcándote que tienes la edad suficiente para hacerte responsable.

-¿De qué hablas? Ser menor es como estar encadenado a los adultos.

-Tal vez no importa la etapa, siempre nos resultará difícil.

Un silencio nos invadió, pero aunque recién nos conocíamos, no me resultó incómodo, fue placentero.

-Oye, niño-soltó ella luego de varios minutos.

-JungKook, Jeon JungKook.

-Bueno, Jeonkook.

-No, JungKook.

-Jungkook.

Asentí.

-¿Quieres largarte de aquí?

-Me encantaría-sonreí de lado.

Ella se levantó, sacudiendo el polvo inexistente de sus muslos, para luego tenderme la mano y ayudarme a pararme. Damas y caballeros, ese fue mi primer error.

Tell her (JungKook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora