Tres.

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Me abrumaban todos los días que pasaba sin estar a su lado, quizás no la conocía, quizás no sabía de su pasado ni de su vida, apenas tenía una idea de cómo era su personalidad al momento que un sentimiento de atracción hacia ella comenzó a nacer en mí, pero conforme los días fueron avanzando, sentía un vacío inmenso que generaba dolores de angustia en mi pecho. Mi corazón no podía estar en paz, ya que miles de emociones lo atacaban cuando recordaba cada instante con Ailann, su sonrisa, sus ojos, su cabello, su voz, todo era preciado para mí. La necesitaba, ella era lo que necesitaba para ser feliz, ella era la mujer de mi vida y no podía ser otra.

-¡Primo!-exclamé bajando las escaleras mientras tapaba mis oídos-Oh, dios, ¡Dylan!

Me acerqué a él y lo cogí de las piernas para arrastrarlo hasta el punto que se cansara y se levantara él mismo del suelo, cosa que hizo para luego mirarme con fastidio.

-¿Cuál es el punto de poner música deprimente a todo volumen y balbucear sobre Megan?-lo cuestioné cambiando el canal al noticiero, tras haberlo puesto en mute.

Él chasqueó la lengua con la mirada perdida en el piso y sonrió.

-Te quejas tú, que a tus veinte años sigues clamando por la misma chica que viste una sola vez.

Rodé los ojos y me coloqué de cuclillas frente a él.

-¿Estás seguro que no sabes nada sobre ella?-insistí.

Negó con la cabeza.

-¿No qué?

-No estoy seguro, todos los días son alcohol para mí.

Bufé. 

-Bien.

Me levanté y caminé hacia la cocina, retiré la leche del refrigerador y la vertí en una taza, natural y fría. Me volví a acercar a mi primo y le extendí su desayuno, éste lo acepto con una expresión en blanco. 

-Si la vuelves a ver, dile que la amo y que la necesito.

-¿Por qué debería? 

-No lo sé, ¿quizás porque me paso los días de mi vida cuidándote? 

-Hablando de eso... ¿Cuándo volverás a casa? 

-¿Volver a casa? Vamos, desde hace dos años soy mayor de edad y tú vienes con que quieres echarme, buena eh. 

-Lo siento, lo siento, no lo tomes a mal. Pero cuando enamore a Megan... 

-¿Por qué no cierras el pico? 

Dylan rió. 

-Vale, vale-sonrió y volvió a concentrarse en la leche. 

Por mi parte, tomé un jugo de naranja y comí unas galletas de chocolate para despejarme un poco. Era una de aquellas mañanas en las que me atormentaba pensando en Ailann. Cuánto la extrañaba, cuánto deseaba volver el tiempo atrás y no hacer esa tontería. 

El resto de la tarde, nos la pasamos jugando a videojuegos como fracasados en la vida que éramos, hasta que a Dylan le entró sueño y el dolor de cabeza se le hizo mucho más fuerte al mantenerse centrado en la pantalla del televisor. Se dirigió a su cuarto, mientras yo me ubiqué en el patio trasero, con la guitarra sobre mis muslos. 

Comencé a tocar algunos acordes hasta el fin decidirme por una canción que no dejaba de azotarme los pensamientos. Después de la conversación que tuvimos ese día en el negocio, busqué a Ed Sheeran y entre tantas canciones, encontré una que en cierto modo me recordaba a ella: One Night. 

        Tell her that I love her

        (Dile que la amo)

        Tell her that I need her

        (Dile que la necesito)

En ese momento, casi no escucho la puerta de calle abrirse, pero lo hice, y supuse que era Jason ya que él tenía una copia de las llaves por ser el mejor amigo de mi primo.

        Tell her that she's more than a one night stand 

        (Dile que ella es más que una sola noche)

        Tell her that she turns my cheeks the colour of Ed's hair 

        (Dile que ella cambia el color de mis mejillas al del cabello de Ed)

        All I wanna do is be near 

        (Todo lo que quiero hacer es estar cerca)

Levanté mi cabeza, y me encontré con algo que me tomó de sorpresa. 

-Debo estar alucinando-dije en voz alta. 

Ailann rió. 

-No lo estás, vine con Jason-sonrió. 

-Ah...-agaché la cabeza. 

Tenía tantas cosas que decirle para cuando nos escontráramos de nuevo que se me olvidaron, y el hecho de que haya venido con Jason logró que una punzada se instalara en mi corazón. 

-Pero sólo somos amigos-aclaró con una sonrisa, como si pudiera leerme la mente. 

Le devolví una gran sonrisa. 

-Amo esa canción-comentó. 

-Y yo a ti. 

Y nuevamente, me dejé llevar por mis emociones y en un impulso dejé la guitarra en el suelo y me acerqué para abrazarla. 

Ailann correspondió, e incluso, esta vez, ella fue la que me besó. 

¿Y saben qué es aún mejor? 

Esta vez, no me abandonó. 

Tell her (JungKook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora