Capitulo 1.

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Tenía 7 años, eran las ocho de la mañana y mi madre venia a despertarme. Abrió la puerta de mi habitación y entró con un zumo recien exprimido de naranja, sin pulpa, eso si, yo siempre he sido escrupuloso en algunos aspectos.

Fue a la ventana y levantó la persiana.

Entraba el sol por ella, veía como unos rayos de sol entraban por el cristal y marcaban como una linea de luz.

Yo, cegado por la rapidez de estar a oscuras y derrepente ver tanta luz no podia apenas abrir los ojos así que solo escuchaba a mi madre:

Mamá:  - Pinocho (así es como me llamaba) toma la pastilla con el zumito. [Mientras me daba un abrazo].

Yo:  -Mami, quería dormir mas, no quiero ir al cole, no quiero.

Mamá:  -Allí aprenderas cosas nuevas, como siempre, vistete anda.

Tomaba unas pastillas para la hiperactividad, era una especie de droga que generaba en mi cansancio, mal estar, tristeza, odio a comer, me quitaba los gestos de la cara, me quitaba mi sonrisa.. Cuanto echo de menos a mi sonrisa ¿Donde estará?

En si, todas las mañanas, antes de desayunar tomaba esa pastilla.

Eran las 8:10 ya, yo ya me había levantado y ya estaba vestido, me disponía a ir a desayunar, no tenia hambre pero aun así comía.

Tomaba un tazón de leche con cereales mientras veía la tele, acababa rápido y me aseaba, después, cogía lo de clase y al coche con mamá.

Íbamos en el coche de camino a mi colegio, yo iba medio dormido pero aun así tenia en mi cabeza el que no quería ir a clase:

Yo: -Mamá, no quiero ir, no me gusta ir, cuando estoy allí estoy triste.

Mamá: -¿Por qué cariño? ¿Qué pasa?

Mi madre no sabia el calvario que pasaba yo todos los días en el colegio, no tenia amigos, los profesores no eran mis aliados, igual pensabais que era el típico niño pequeño que tiene como mejor amigo en el colegio a sus profesores pero no, este no era mi caso. Yo estaba sólo, sólo, como desde que tengo conciencia de recordar.

Llegaba al colegio, para entrar, teníamos que colocarnos cada uno en su fila, según su curso. Todos estaban en grupitos en su fila, todos.. Menos yo, yo estaba sólo, con mi mochila y mi soledad.

Ya en clase, entre todas las "personas " de ella había una niña.. En fin, era una niña alta, con gestos de belleza, con cara de no haber roto un plato en su vida pero.. Una falsa, era todo falso, era una asquerosa niña que lo único a lo que se dedicaba era a poner a toda la clase en contra mía diciéndoles a los demás cosas como "Decirle que está solo, que no tiene amigos veréis como llora, jaja", "Hey chavales, vamos a pegarle", " ¿A que no te atreves a escupirle?".

Maldita  niña del demonio. Alguien que se siente bien torturando a una persona, convirtiendo su vida en un infierno, infringiéndole dolor, no sólo físico si no mas bien psicológico no se merece ser llamado persona pero esta historia no va a tratar sobre eso, no me iré por las ramas.

Los días pasaban, lunes.. Martes.. miércoles.. Hasta llegar al fin de semana, la gloria, estar en mi casa, sin tener que ir a la escuela... Que gracioso, en realidad eso era falso.

Los días iban pasando, "pasando" mejor dicho ya que pese a mi corta edad, para mi eran todos los días un infierno pero lo que mas recuerdo de esa edad es que pese a todo, yo sonreía, mi sonrisa.

Hoy en día, con 16 años que tengo es una de las pocas cosas junto con mi inocencia que echo de menos, me decia mi abuela que mis ojos estaban llenos de brillo, que cuando me reía era capaz de doblar la risa, es decir, yo me reía doble, que cómico. Era un niño con problemas, movido, travieso, podría pasar como un niño normal pero la vida es muy injusta y las cosas se tuercen.

Adiós.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora