Día 4: Confesión de amor

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Pip no era amigo de Stan, pero él al igual que muchos, sabía que el chico vomitaba siempre cerca de Wendy. Siempre se le hizo curioso y raro al mismo tiempo, Stan y la misma Wendy decían que era por amor, pero Pip no entendía cómo era posible, entendía lo de las mariposas en el estómago, pero vomito. Iugh, no, demasiado asqueroso, demasiado extremo.

Sin embargo, ahí con las palmas de las manos sudando sobre la carta en la que había estado trabajando la noche anterior y el corazón a punto de salir de su pecho, Pip finalmente entendió porque Stan vomitaba cuando veía a Wendy.

Era la misma sensación que él sentía ahora a sus catorce años cuando estaba a punto de declararle su amor a su amigo que conocía desde los nueve, Damien Thorn, también conocido como el anticristo.

Hacerlo era sencillo, o al menos se veía sencillo, tenía que ir hasta el casillero de Damien y muy sutilmente meter la carta por las rendijas para luego desear lo mejor.

¿Por qué una carta? Pip también se lo preguntaba, pero era mejor así. Ya había intentado confesarse un par de veces y... digamos que no salió como se esperaba. Sí, se trabó y dijo alguna tontería como:

"Damien... tú... yo.... hmm... ¿quieres ir al baño? Porque yo no. "

Después de eso Pip tuvo que esperar otras dos semanas para reunir el coraje suficiente, y para que la vergüenza se fuera, aun así, volvió a trabarse, solo que esa vez comenzó a hablar sobre los beneficios de comer pan integral, aunque él no lo come porque no le gusta el sabor.

Por eso tenía que ser escrito. Con suerte la carta caería entre sus libros y Damien lo leería esa misma tarde cuando fuera a casa.

Pip se acercó decidido hacia el casillero del anticristo, miró a ambos lados asegurándose que nadie lo viera. Los corredores estaban vacíos, la campana ya había sonado y todos estaban en clases.

Iba metiendo la mitad de la carta cuando un silbido lo hizo saltar, en el fondo del corredor se encontraba Eric Cartman con el ridículo traje que le encantaba usar cuando era guardián de pasillos.

–¡¿Qué haces ahí, Pirrup?!

Pip comenzó a balbucear incapaz de formular una oración. Lo único que pudo hacer fue esconder la carta.

–¡Ah no! – Cartman se acercó en solo tres zancadas y le arrebató el papel – ¡Confiscado!

–No, no–Pip intentó alcanzarlo, pero Cartman le dio un manotazo y luego se guardó la carta en el bolsillo–. Eric, por favor...

–Lo podrás tener luego de clases– lo empujó hacia el pasillo –. Ahora entra antes de que te mande a detención por ir sin pase.

Pip intentó razonar con Cartman, pero este le señaló la puerta del salón. Pip podría haberse quedado peleando por la carta, pero el maestro asomó su rostro.

–¿No piensa entrar, Pip?

No podía negarse.

Apesadumbrado, arrastró los pies al aula y fue a sentarse al lado de Damien.

–¿Estas bien? –preguntó el anticristo al verlo cabizbajo.

Pip se recostó sobre su asiento, tratando de pensar en el mejor de los escenarios, tal vez Cartman no haría nada, con suerte.

–Nada, me encontré a Cartman en el pasillo.

–¿Te hizo algo?

Pip negó, todo estaba bien, tenía que mantenerse creyendo que todo estaba bien.

FANTOBER 2020 - DIPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora