Lo había estado observando durante un tiempo. Su nombre era Jacob y vivía en el barrio, para su horror, el notó una y otra vez cómo se sentía atraído por él.
El sol de verano pintó patrones abstractos en el cabello negro del niño, que estaba recto contra su cabeza. Sus piernas estaban en pantalones cortos, llavaba zapatillas gastadas y seguramente la camiseta se había visto en días mejores.Básicamente, amaba a su esposa. Definitivamente no era un matrimonio de conveniencia, no podía haber dudado de eso. La había visto y se había enamorado. El hecho de que ella se quedara embarazada de inmediato hizo que este dispuesto a renunciar a su vida en Alemania para mudarse a vivir con ella a Atlanta y eso lo había estimulado o tal vez se había mentido a sí mismo cuando se dijo que podía renunciar por completo a su preferencia por los hombres solo por ella.
Al principio había sido fácil, pero a lo largo de los años este anhelo se había apoderado de él cada vez más. Como ahora cuando lo vio. Sabía que no podía ceder a sus deseos porque habría sido incorrecto e inmoral, sobre todo porque su esposa ya estaba embarazada del segundo hijo: Iba a ser un niño, los médicos esperaban el nacimiento en las próximas dos semanas.
Habían construido una casa maravillosa aquí. Rural, es una pequeña casa de madera con una gran propiedad.
Su primer hijo sobresalió en la escuela, era ambicioso y tenía un talento prometedor en los deportes, esperaba que algún día le sucediera algo, algo mejor en lo que él mismo se había convertido, porque no podía afirmar que era una buena persona. Había cometido demasiados errores en el pasado, ha hecho demasiadas cosas que no deberían hacerse, también sabía que era una caminata por la cuerda floja; La vida familiar perfecta era a menudo más apariencia que realidad, y eso causaría que el menor impacto hiciera que todo se derrumbara como un castillo de naipes. Volvería a caer en los viejos patrones, en su pasión, algo que no debería existir en un ser humano.Todos los días oraba a Dios para que no ocurriera este impacto.
Su mirada se desvió de nuevo a Jacob, que se había levantado y caminaba calles abajo hacia él. Todos los días el niño caminaba de esta manera y todos los días jugaba con la idea de hablar con él. Pero, ¿qué debería decir? En su mente, lo había invitado a su casa cientos de veces, y Jacob estaba más que feliz de ir, habían ido juntos al dormitorio y Jacob lo había dejado atarlo a la cama voluntariamente, por supuesto. Algo así solo se hizo con el consentimiento mutuo. Él lo sabía aún que eso solo estaba en su mente porque, ¿qué hacer si el otro se niega? Suspirando, interrumpió este hilo de pensamientos y observó el paso larguirucho de Jacob, la facilidad de sus movimientos, y se preguntó con nostalgia si el chico podría amarlo. A pesar de la enorme diferencia de edad que los separaba. Jacob iba a la misma clase con su hijo.Hacía mucho que anocheció cuando pudo salir del porche y entrar. Al ingresar el ambiente olía a tostado y vino. Le encantaba cuando su esposa cocinaba. Era una excelente cocinera y, a pesar de su avanzado embarazo, no dejó que eso la detuviera.
Hoy había algo inquieto en la casa. El llanto de su hijo lo hizo incorporarse y darse cuenta.
-¿Qué está pasando?- Gritó el padre.
Su esposa estaba de pie en lo alto de la barandilla, sosteniendo en sus brazos a su niño rubio pajizo que no dejaba de pasarse la manga de su camiseta por la cara empapada de lágrimas.—Rex se ha ido, no ha aparecido en todo el día. Le dije a nuestro hijo que volviera de la calle y que esperara hasta mañana, ¡pero no quiere escuchar! Está demasiado oscuro afuera, no puedo dejarlo salir— dijo la Madre.
—Sólo un rato más— suplicó el niño con desesperación.
Su madre sostenía su inmenso vientre con una mano y a su hijo del brazo con la otra mano libre.
—¡No!— gritó su padre. Su tono de voz dejó en claro que la protesta no tenía sentido. —El perro va a regresar, de lo contrario, podrás ir a buscarlo mañana, ahora vamos a cenar—.Cuando el padre estaba por salir de la habitación todo sucedió demasiado rápido.
De un tirón, el niño se separó de su madre y bajó las escaleras lo más rápido que pudo pero en ese intento su madre no pudo deshacerse de él a tiempo y tropezó. El enorme vientre hizo que finalmente perdiera el equilibrio.Poco a poco fue cayendo por las escaleras quedando a los pies de la cama, acurrucada como un embrión.
—¡Cariño!— Gritó el padre horrorizado y corrió hacia ella.
El niño gritó cuando notó que el charco de sangre se extendía lentamente por el suelo.
—¡Llama a una ambulancia inmediatamente!— Este le espetó a su hijo pero el quedó paralizado, no pudo moverse y siguió mirando a su madre inmóvil. De pronto un perro ladró afuera.
***
Un aullido desgarrador hizo que el niño se estremeciera.
Rex, cruzó por su mente. Lo habría reconocido entre mil perros. Preocupado, miró alrededor de la habitación a oscuras, pero no pudo ver nada. Un chillido agudo sonó desde fuera, rápidamente corrió a su ventana y miró hacia el jardín que estaba poco iluminado, podía distinguir vagamente a su padre, este se balanceó como un borracho. No dejaba de golpear el suelo con un palo grueso.
-¡No!- Gritó horrorizado el niño de cabello rubio al darse cuenta de lo que estaba pasando -¡No!- volvió a gritar y golpeó el cristal con ambos puños.
Nadie le prestó atención, cegado por las lágrimas, bajó corriendo las escaleras hasta la puerta principal.
-¡Deja a Rex en paz!- Gritó el niño.
-Es culpa del maldito perro- su padre estaba furioso -¡Por él mi hijo ha muerto!- El padre hizo una breve pausa y lo miró lleno de ira. -¡Y por ti!- señaló al niño que se encontraba enfrenté de el.
Sollozando, el niño cayó de rodillas cuando el perro dejó de moverse.
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Tan cerca del abismo © [#2] ¡Continuación De Tan Cerca Del Horizonte!
Novela JuvenilDanny tiene solo diez años cuando su vida se sale de control. Un fuerte golpe hace que su familia se mude de los Estados Unidos a Alemania. Pero eso no es todo: el padre de Danny ahoga su dolor en alcohol y vuelve a caer en patrones de comportamient...