Narración 2

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Él vivía un infierno mental constante. Alguien era su propia perdición y su ardiente erebo. En su mente ya no había la alegría que lo albergaba, solo había inseguridad y tristeza, esos sentimientos que destruyen y matan lentamente. Vagaba por su mente noche y día como si caminase entre los 9 círculos del infierno narrados por Dante en su magnífica Divina Comedia. Sentía que las zarzas que se encontrarían en la imagen del infierno lo abrumaban y lo cansaban. Hasta que de pronto algo cambió. Entre todos los caminos, que lo atormentaban y que él conocía como la palma de su mano, encontró uno que no había recorrido. Recorriendo todo el río Aqueronte y más allá del río Lete encontró un espacio completamente distinto. Como si las notas musicales de Orfeo hacia Eurydice en el infierno, este lugar desconocido lo llamaba. Al llegar, observó la magnificencia de este enorme y calmado espacio le mostraba. Eran los Campos Elíseos. Rebosantes de vida y de tranquilidad lo recibían como el augurio de una nueva vida, una en la que ya no tendría que vagar en el erebo sin saber cómo escapar. Los dioses le habían concedido la dicha de poder pisar este campo santo y poder estar mejor. Observar cómo las distintas variedades de plantas nacían generaba en si una luz de esperanza.

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⏰ Última actualización: Jan 20, 2021 ⏰

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