Epílogo.

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16 de Octubre, 2018.

—Hola, Yeonji.

Dejé de lado la cafetera y volteé: —Hola, Yoongi. —Sonreí al ver a mi compañero de trabajo. —Llegaste temprano.

El pelinegro asintió: —La universidad terminó temprano hoy, así que no vi porque no llegar temprano. —Respondió encogiendo los hombros. —Además, aquel tierno chico está afuera esperándote.

Detuve mis manos que desataban el nudo de mi delantal: —¿Qué? Pero pensé que hoy llegaría más tarde.

Yoongi volvió a encoger los hombros y rió: —Al parecer hoy todos podemos llegar temprano.

Apresuré entonces mis manos y mis acciones para salir enseguida. Limpié lo que me faltaba para que Yoongi comenzara su turno de manera correcta, guardé algunas cosas en mi mochila, dejé otras en mi casillero y tomé camino hacia afuera.

—Adiós, Yoongs. —Me despedí.

Yoongi levantó la mano y la sacudió desde el mostrador: —Adiós, Yeon.

Le dí la bienvenida a unos cuantos clientes que estaban en la entrada y salí al ellos entrar por completo. Cuando salí, pude ver a Jimin desde el otro lado de la calle; mirando a todos los árboles que le rodeaban.
Traía puesta una chaqueta impermeable roja junto con unos shorts negros y tennis blancos, su cabello había dejado de ser colorido desde hace varios meses a causa de de la universidad que parece ser muy estricta, ahora era solo castaño claro pero no dejaba de verse lindo.

Caminé hasta él y cuando lo tuve enfrente, toqué su hombro.

—Hola, Yeonji. —Él dió la vuelta y me saludó sonriendo.

—¿Por qué estás aquí? Deberías entrar, es un lugar muy lindo.

El castaño arrugó la nariz: —Hay mucha gente. —Dijo negando con la cabeza.

—Es una cafetería, de eso trata. —Reí.

Él volvió a negar con la cabeza: —Pero conocí un gato. —Dijo después. —De hecho, tomé una foto de el. —Sacó su celular y me mostró la foto del gato con manchas negras y amarillas en el lomo. —Es lindo, ¿Cierto? —Preguntó regresando la pantalla a sus ojos para mirar la foto otra vez.

—Lo es. —Confirmé.

Después, ambos comenzamos a caminar.

Los miércoles, voy a trabajar medio turno en la cafetería, Jimin sale de la universidad media hora antes de mi hora de salida y llega en 10 minutos caminando, el plan de siempre es comer juntos, pues es el único día en el que la universidad no me tiene apresada.
Ya ha pasado un año desde que dejé de trabajar en su casa junto a su madre, y en todo ese año hemos salido en todas las citas que el tiempo nos ha permitido, hasta llegar a la oficialidad de una relación.

Apenas llevábamos unos cuantos meses con ese título, pero aún somos tímidos en algunas cosas.

—Lo siento, me suda la mano. —Jimin separó su mano de la mía y la limpió en su ropa, después con las mejillas un poco sonrojadas, regresó a mi mano.

La primera vez que nos tomamos de la mano, separó la suya para limpiarla al menos unas 7 veces, todas con la misma frase entre risas nerviosas. Yo por otro lado, mostraba mi nerviosismo al tener las orejas rojas como una manzana.
Pero, pudimos irlo controlando.
Ahora sí no caminamos tomados de las manos nos sentimos distanciados hasta la muerte.

—Hoy una chica me pidió mi número. —Me dijo después de comer un poco de los fideos del plato de ramen que tiene enfrente.

Limpié mis labios y lo miré: —¿Se lo diste? —Pregunté.

Autismo. || PARK JIMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora