EXTRA I

388 72 26
                                    

Ese día fue el mas ilógico de toda su vida.

Empezando por el encuentro con su maestro, seguido de la tranquila cena y terminando con el té de la noche.

¿Era un sueño? 

Probablemente.

Pero pensaba aprovechar el sentir del lazo conectado nuevamente con su amo, aunque esta sea solo una ilusión.

Desde que Raizel dió un paso dentro de la oficina de Frankenstein, el rubio no dejó de utilizar el lazo.

"Lo extrañe tanto, maestro"

"Usted ... Realmente está aquí"

"Pasó tanto tiempo, es bueno que esté sano"

Palabras y dulces sensaciones se sentían por esa conexión tan íntima.

Pero en la noche, todo se tornó oscuro y sombrío.

"Realmente, me gustaría que esté aquí"

"¿Cuando volverá realmente?"

"Duele tanto no poder verlo"

"Vuelva a casa, maestro" 

Cada una de sus palabras venían una sensación triste y amarga.

– Frankenstein –

– ¿Si, amo? –

Con suavidad, tomó el rostro del rubio, sosteniendolo cuál delicada joya.

Sus orbes rubíes chocando con el azul infinito de su sirviente.

Para Raizel fue solo un pestañeo.

Para Frankenstein fue 800 años.

Pero ese momento, el momento en el que sus labios chocaron, fue la confirmación de que, finalmente, el gran Noblesse despertó.

Cartas para el nobleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora