Cap. 1

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—Hey, kyubi, ¿te enteraste que los demonios están en huelga?

—Y eso qué me interesa, ichibi

—¡Hay que ir a la Tierra!

—Gaara, eso es... — procesó la información unos segundos—...¡Una gran idea! ¡Venga! Vamos, hay que avisarle a los demás Jinchūrikis

—!!Vamos!!

Tomados de la mano, ambos demonios fueron a buscar a los otros 7. Era ridículo que los demonios menores estuvieran en huelga, ¡Naruto nunca imaginó que le creyeran a Fuu que serían expulsados por no ser taan malvados! Esa chica era única, sin duda la más responsable era Yuguito.

Éste es el momento en el que ustedes (los queridos lectores) dicen —¿Tomados de la mano? ¿Es una puta broma?— otros dirán —¿Tomados de la mano? ¡A huevo son pareja!— pero lamento decepcionarlos: no es broma ni tampoco hay algún tipo de amor que sobrepase lo fraternal. Al tomarse de la mano y combinar un poco de su energía con la de sus bestias con cola podían localizar (por lo menos en el infierno) a sus otros hermanos.

Si bien era cierto que no compartían lazos biológicos, en la sangre de cada uno corría la herencia de ángeles y demonios, lo que los hacía extremadamente poderosos y un peligro para todos los mundos, más las energías de las bestias con cola que técnicamente habitaban dentro de ellos.

Sabían que su padre o su madre fueron un ángel o un demonio y el otro la especie contraria. Fueron repudiados del cielo y el inframundo se convirtió en su hogar, se les negó toda su herencia y debían trabajar para ganarse un lugar.

Allá arriba unos cuantos celestiales con poder y buen estatus sabían de su existencia, pero eran un secreto, algo de qué arrepentirse. Allá abajo eran conocidos, pero no tomados en cuenta. Se les prohibió pisar el mundo de los humanos, de esos seres asquerosos, seres llenos de avaricia, poder, envidia y maldad. Rara vez habían almas puras, de jóvenes o adultos, pero eran corrompidas de las peores maneras y al morir no tendrían el descanso anhelado, sino que llegarían al infierno, si eran consideradas dignas, podían tener una segunda, tercera o más vidas.

Después de caminar un largo rato (a petición del rubio, ya que no le gustaba su forma sobrenatural) habían encontrado a todos sus hermanos y permitiendo que se reunieran en "su lugar", aquella  cueva con fallas dimensionales donde no se podía localizar la energía. Siendo sinceros, se habían visto muy tiernos todos los demonios temidos tomados de las manos pasando por el infierno, ¡como si estuvieran en una excursión!

Una vez todos acomodados, Gaara fue quién habló primero

—Todos sabemos lo que dijo Fuu— a pesar de mirarla con reproche se notaba lo divertido que estaba— y aunque no me caigan bien  los demonios menores, creo que se merecen un descanso, al igual que nosotros.

—¿Cuál es el punto, Sabaku?— el que parecía más niñito preguntó —No me gusta andar con jueguitos.

—¡¡Vamos al mundo humano!!— Gaara estaba pensando si fue buena idea decírselo primero al rubio.

—¿No creen que es un poco apresurado?

—¡Por supuesto que no, Yugito! ¡Será divertido!

—Estoy de acuerdo con Fuu, estar encerrado aquí no es tan cool,  malnacidos,  bastardos.

—Ah~, ¿tú que dices, Han?

—Podríamos intentarlo, si algo sale mal simplemente volvemos.

—Hay que decidirlo por votación. Levante la mano quién está de acuerdo.

No debí enamorarme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora