La Leyenda.

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Posado sobre el continente de Nosyer existía un pequeño país bastante normal llamado Cartalegre con trabajadores que luchaban el día a día para llevar algo de pan y cebada a la mesa, aquel país no se regía por ningún tipo de sistema gobernante, por eso mismo carecía de normas y en casos extremos de un sistema económico que pudiera repartir los bienes de forma igualitaria, claro que habían intentado la democracia como recurso después de la época moderna, pero misteriosamente todos los presidentes y reyes que habían intentado gobernar morían en circunstancias muy extrañas o renunciaban después de un mes, para todo esto existía una explicación que desafiaba toda lógica que el ser humano: La leyenda de la flor morada o flor del amor.

Hace poco más de IV siglos y medio habían existido gobernantes que tras profesar sus intereses tuvieron una niña la cual decidieron llamar Ámbar, ella era la primogénita de la familia sin embargo estaba lejos de ser la heredera al trono real ya que era mujer, el destino de aquella niña estaba decidido sin importar lo que pasara, lógicamente la familia tendría un varón el cual gobernaría y a la mujercita la casarían con algún príncipe extranjero para continuar con el linaje y hacer nuevas alianzas. Pero los reyes de aquel lugar no contaron con que el espíritu de aquella joven era rebelde y apasionado, nunca aceptaría casarse por conveniencia con otro príncipe, y si algún día tenía el poder de gobernar, seria a su pequeño pueblo en donde había nacido y crecido, así pues, la princesa se ilustro en todas las materias que un hombre y una mujer podían conocer, no solo se limitó a aprender música, escritura y bordado, también aprendió un poco de política, astrología, lenguas y estrategia militar, dotada con toda esta inteligencia era reprimida por los hombres que pensaban que una mujer debía ahorrarse todo ese conocimiento.

Cuando llego a su décimo octavo cumpleaños, le presentaron toda clase de príncipes con grandes y pequeños reinos, guerra y paz, campesinos y nobles a su merced, pero ninguno de ellos fue lo suficientemente atractivo en físico y mente a los ojos de la princesa.

Una noche mientras recorría los oscuros pasillos del palacio encontró a un joven muy apuesto, portaba el uniforme de guardia celador, la princesa nunca lo había visto por el castillo, supuso que era por las horas en las que se disponía a velar por la seguridad de la familia real, al ser una princesa no le permitían salir de sus aposentos con facilidad por la noche, pero su corazón rebelde encontraba nuevas formas de quebrar las normas aunque fuera por un leve instante para mirar la luz de la luna proyectada sobre la fuente de marfil que había en el jardín.

La princesa saludo al joven y apuesto guarda, el quedo cautivado al instante por la belleza de la joven dama, pues muchas veces había visto pinturas de la familia real por el castillo, pero nunca había tenido la fortuna de verla en persona, al menos a esa distancia y esto hizo que el corazón le latiera de forma rápida con la fuerza de mil caballos desbocados por el campo, al verla parada con esa pequeña mirada, sus ojos de un café que penetraban su alma y los rizos que caían sobre sus hombros sentía que lo convertían en una estatua, como si se encontrara con la misma medusa en persona.

En aquel momento él le juro a las estrellas que esa mujer a pesar de pertenecer a la familia real, iba a tener su corazón, y ella el de él. La princesa no tuvo oportunidad de sentir lo mismo por el joven debido a su posición social y sus prejuicios, sin embargo, si pensaba que era un joven apuesto con su cabello carbón, la finura en su barbilla, y una forma de caminar muy peculiar que resaltaba la forma de su cuerpo que, a pesar de ser delgado estaba bastante en forma, noto una seriedad en su mirada que se iría desmintiendo con el paso de los días, aquel noble joven era volátil en carácter, demasiado carismático para hacerla reír en los mejores momentos y compostura al momento de demostrar cariño.

Esa noche ambos jóvenes platicaron un rato sobre sus gustos y disgustos, aunque no fue una plática especialmente amena, sería solo el principio de una bonita relación y con el paso de los meses el castillo entero se llenaría de cotilleos de las damas que frecuentaban a la familia real, hablando de lo impensable que sería una relación entre ambos, sugiriendo casar inmediatamente a la princesa con un príncipe de otra nación para que olvidara a aquel guardia. Nada estaba confirmado de la boca de la princesa o de aquel guardia nocturno, ni siquiera entre ellos mismos, pues sabían que un amorío entre ambos seria imposible.

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⏰ Última actualización: Feb 04, 2021 ⏰

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Por Siempre ReyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora