Déjalo ir

Prólogo: Diciembre

     —Buenos días querida, ¿Tú eres la muchacha que Camile envió conmigo?

     —Sí, mi nombre es Olivia Cherit.

     —¿Cherit? Es un inusual apellido ¿No te parece?

     —Si, lo es. Viene del latín "querido amado", mi madre siempre me dijo de joven que podría significar algo bueno en mi vida amorosa. Pero con todo lo que he vivido en estas pasadas semanas, ahora lo veo como un mal chiste, como una ironía quizá.

     —Solo sé lo poco que me comentó Camile ¿Qué te parece sí me cuentas tu historia desde donde creas conveniente? Y con el paso de las sesiones podemos ir profundizando más en ella.

     —Me parece bien, aunque no sé si recordarlo sea lo mejor en este momento, pero haré mi mejor esfuerzo. Crecí en Londres, fue una infancia muy tranquila al lado de mi padre Gary y mi madre Amelie; ella es francesa, entonces casi siempre las vacaciones las pasábamos en el distrito de Le Marais, una de las zonas más hermosas de París. Durante mis años escolares siempre fui de buenas notas y destacaba mucho en arte y música.

     —¿Cuál era la representación artística que más te gustaba?

     —El cine siempre lo ha sido, pero también me agrada mucho la música sinfónica, además de tocar piano. Y siempre estuve decidida a que estudiaría cine. París me gustaba mucho más que Londres, entonces mis padres aceptaron que yo fuera a la universidad allá. Fui aceptada en la Universidad Sorbona Nouvelle, fui por una licenciatura en cine y producción audiovisual.

     —Las universidades que se generaron del cierre de la Universidad de París son muy prestigiosas, y excelentes casas de enseñanza ¿Te gustó el cambio de ambiente?

     —Pues, durante mis primeros días me era normal extrañar a mis amigos y mis padres, pero la ciudad era tan hermosa que era fácil distraerse y también desde pequeña mamá me enseño francés, entonces estaba como pez en el agua. En mi primera semana conocí Camile Le Goff, quien era mi compañera de habitación, me llamó la atención su color de pelo, un pelirrojo natural muy llamativo; pero además de eso su estatura y que siempre está con una sonrisa que logra iluminar el día más oscuro. Estaba ahí para estudiar teatro y creo realmente que era su vocación. Desde ese día y hasta la fecha se volvió mi mejor amiga, realmente no sé qué sería de mí sin ella.

     —Camile realmente es una persona excepcional, la conocí de niña después de que murió su padre, pero ella realmente no necesitaba mi ayuda, fue más lo que yo aprendí de ella que lo que pude hacer por ella. Pero perdona que me desvié, por favor sigue con tu historia.

     —Tranquila. Pasaron las semanas en la universidad y el final de semestre se acercaba. Nos invitaron a una fiesta que era entre las trece universidades. Desde el momento que llegué, un muchacho captó mi atención. Camile rápidamente lo notó, ella lo conocía porque habían ido a la misma secundaria y no le tomó mucho rato convencerme de ir a hablar con él. Así fue como conocí a Silvain Dorian, el muchacho más encantador que he conocido, con unos hermosos rizos color chocolate y ojos verdes; pasamos toda la noche hablando y no me llegué a aburrir ni por un segundo. Éramos de la misma universidad; pero diferente carrera, él estudiaba didáctica del francés como lengua extranjera.

     —Realmente se te puede ver el amor por él en los ojos cuando lo describes, suena como alguien que lleva alegría a la vida de los demás.

     —Siempre fue así, mi vida en la universidad fue mucho más sencilla gracias a él. Pasada esa fiesta siempre estábamos hablando por mensajes y salimos muy seguido; a tal punto que Camile se molestó porque salía más con él que con ella. Fue muy divertido verla enojada por primera vez desde que la conocía; pero entonces traté de pasar más tiempo con ella. Durante las primeras semanas del segundo semestre por fin formalicé una relación con Silvain. Esos años serán los que con más cariño guardaré en mi corazón; pero todo lo bueno tiene que acabar.