|Spoilers del manga de Kimetsu no Yaiba-cap 200|
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Una última conversación antes de partir para renacer.
ーTe recordaré, Kanroji. Te buscaré. Aunque tenga que vivir mil vidas para volver a verte. Definitivamente te encontraré y te protegeré.
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"ー¡Iguro-san! ¡Iguro-san! ¡Por favor! Si renacemos, si renacemos de nuevo como humanos... ¿Me harías tu esposa?" "ーSin duda, definitivamente haré cualquier cosa para hacerte feliz. La próxima vez, no te dejaré morir. Definitivamente te protegeré."
Cuando todo se volvió oscuro y se vieron a sí mismos solos y envueltos en la oscuridad, el miedo les recorrió el cuerpo. No les asustaba la oscuridad ni tampoco el estar muertos. Lo que les daba miedo era no poder verse.
Kanroji cerró sus ojos con la esperanza de que la última imagen que vería sería a Iguro abrazándola, pero ahora estaba todo oscuro, no era eso lo último que quería ver. Si desaparecía, quería desaparecer habiendo sido Iguro lo último que vio.
Iguro no pudo ver a Kanroji en sus últimos momentos, pero pudo oírla, abrazarla y sentir su respiración hasta el final. Quería llevarse eso como último recuerdo. Pero ahora todo era oscuro y silencioso. No sabía si ahora podía ver o no. Se suponía que había muerto, pero no sabía qué había a su al rededor. Si había algo si quiera. Si desaparecía, quería desaparecer habiendo sido Kanroji lo último que oyó, lo último que sintió.
Antes de caer en la desesperación, pudieron ver bajo sus pies que algo brillaba, como si estuvieran parados sobre algún tipo de luz blanca algo rosada también. ¿Sería esa la luz que los llevaría a la otra vida? Si esa era, entonces estaban listos, ansiaban volver a verse en su próxima vida, poder estar juntos y tener la vida que habían deseado tener.
ーAquí voy, Iguro-san.
ーAquí voy, Kanroji.
Dijeron aquellas palabras al mismo tiempo y frente a ellos comenzaron a abrirse senderos luminosos que parecían ser de hojas de árboles de sakura. Decididos comenzaron a caminar por aquellos senderos de luz, ansiosos por volver a verse, por volver a expresarse a su manera lo mucho que se amaban. Los minutos pasaban hasta transformarse en horas, o al menos así lo sentían, pues lo que pasaba no eran sólo las horas, eran los años.
Era abrumador estar caminando por lo que se sentían como horas viendo exactamente lo mismo, hojas luminosas y la nada misma al rededor. Pero si podían reencontrarse, se dijeron a sí mismos que para conseguirlo podrían caminar por años inclusive, sin saber que eso era lo que hacían. Sin saber que al salirse del camino renacerían en la época en la que pasaban al momento de salir del sendero. Caminaron por años, sin perder nunca las esperanzas, sin tomar un descanso, sin pensar en nada más que el uno en el otro, sin pisar jamás fuera de los senderos.
Les quedaba poco para volver a verse.
Algo había cambiado. Habían aparecido árboles de sakura junto a los senderos y a lo lejos se veía una luz bastante grande y cegadora, como marcando el final de cada sendero. Estaban a nada de volver a verse. Ese era el punto donde se reencontrarían, lo sabían ambos, podían sentirlo. Kanroji sabía que al llegar a esa luz volvería a ver a su amado. Tan pronto como pensó en eso último sus pies se movieron solos y comenzó a correr con mucha prisa, sentía que si no corría, si no se apuraba, si no llegaba en esos momentos, lo perdería.