Ojalá supieras lo que en realidad siento por ti, el daño que me hiciste cuando me rechazaste tan indirectamente.
Ojalá supieras la cantidad de castillos en el aire he construido, durante horas pensando en ti.
Cada vez que me acuesto, paso horas pensando en ti, lamentándome que creas que te estoy mintiendo, pero en realidad me lo merezco.
Me lo merezco por ser tan tonta de creer que me gusta alguien más, cuando en realidad solo te quiero a ti.
He perdido la cuenta las veces que he intentado dejar de quererte, incluso odiarte, pero dices algo, y me desarmas.
Me sorprende cada vez que dices algo, siempre sabes el momento exacto en el cual hablar.
Si siento que estás enfadado conmigo, no duermo pensando en qué he fallado, en qué hice para que te enfadases...
Incluso cuando estamos en clase, te robas mi pensamiento.
Eres de la persona en la que pienso cuando miro por la ventana. Sí, esa ventana que está a tu lado.
Muchas veces, mirando por esa ventana, nuestras miradas se han encontrado, y nos sonreímos.
¿Nunca te has preguntado por qué siempre corro a ti cada vez que él me rechaza? Sinceramente, yo ni siquiera sé porqué, pero tengo la sensación de que sé por qué...