Capítulo 2: Recuerdos que enamoran

49 3 0
                                    

Sólo faltaba un mes para que el curso acabara. Lily sólo podía pensar que era un mes menos de sufrimiento, a pesar de que siempre fue la mejor de la clase, y ella sabía que se graduaría con honores.

Muy pocas personas la conocían como Lily, la mayoría le decían Des, una abreviación de Destiny (Destino) ya que siempre se referían a ella como “el capricho del destino”. Sólo su mejor amiga Michelle le decía Lily, o Lils.

Lily se dirigió hacia la última clase del día, Matemáticas Avanzadas. Nadie sabía que era su clase favorita, ya que si lo decía no podría volver a tener una vida tranquila. No era que alguien la molestara, en realidad todos la amaban, pues ella intentaba tener una vida social y buen nivel académico a la vez.

Curiosamente, la hora transcurrió lentamente para ella, y apenas podía oír el sonido de la profesora, pues se encontraba pensando en que algo sucedería ese día, y sabía que sería muy importante. Acabó rápido el trabajo y decidió irse temprano a casa, sólo para toparse con Michelle en la salida.

— Lily! Ya oíste que un chico nuevo se acaba de mudar? Michelle estaba hablando tan rápido que Lily apenas le entendía a lo que decía.

— No, está lindo?  Extrañamente Lily sentía la misma curiosidad que expresaba en sus palabras, normalmente no le interesaba el cotorreo de sus compañeros.

— Por lo menos eso es lo que he oído, pero ya sabes que no puedes confiar en Amy y sus amigas, ellas suelen guardarse la información para ellas mismas. Lo que sí sé es que no vendrá al instituto, ya sólo falta un mes.

Lily estaba ansiosa por conocer al chico nuevo. Casi nadie se mudaba a Hill Valley, conocido por su inhóspita población y seco ambiente. Aún así a ella le gustaba porque había muy pocos lugares, que se encontraban escondidos, que ella consideraba hermosos, y nadie la encontraba cuando quería hallarse sola.

Lily se despidió de Michelle y se fue al pequeño árbol que estaba escondido detrás de un mundo de casas desoladas. A veces le parecía que el pequeño árbol era el único recordatorio de que alguna vez hubo vida en ese pequeño pueblo.

Para su sorpresa, ya había alguien allí sentado, un chico pálido y alto con unos bellos ojos azules, que Lily encontró hermosos. El chico estaba leyendo y aún no había notado su presencia, así que ella se acercó sigilosamente y se sentó a su lado.

Lily leyó el título de la novela que el chico estaba leyendo. “El conde de Montecristo”. Lily recordaba que habían leído esa novela en clase algunos meses antes, pero casi no podía acordarse de la temática. El chico reparó en la presencia de Lily cinco minutos después de que ella se sentó. Le dio una mirada fría y después sonrió. Lily pensó que esa era una combinación extraña de gestos.

Para su sorpresa, fue el chico el que inició la conversación con ella:

— Hola. El chico tenía una voz sorprendentemente suave y agradable, y en la opinión de Lily, le quedaba perfectamente. De tanto pensar, casi se le olvidaba responder.

— Hola, soy Lily, Lily Summers.  Lily habló con tanta torpeza que el chico no pudo evitar la risa, pero cuando sonrió, su sonrisa le pareció extrañamente falsa.

— Soy Evan, pero puedes decirme Evan.

— ¿Qué? Eso no tiene sentido.

— Claro que sí tiene, sólo que no lo entiendes. Lily le hubiera reprochado o le habría golpeado, pero se encontraba muy ocupada mirando los bellos ojos de Evan y por lo tanto no se dio cuenta de que él la estaba mirando también.

— Lo que digas. Lily no estaba dispuesta a traducir cualquier metáfora que el chico dijera, pero sí encontraba fascinante la manera de hablar de Evan.

 Mientras Lily pensaba, Evan la miraba detalladamente. Pensaba que la chica sería muy útil para sus fines, sólo que requeriría más tiempo entrenarla de lo que tenía planeado. Sólo era cuestión de tiempo y Lily caería a sus pies. Claro que le costaría más trabajo, y era cierto que podría conseguir a todas las chicas que quisiera, él confiaba en su apariencia atractiva, pero a él le gustaban los retos.

— ¿Qué? Eso no tiene sentido.

— Claro que sí tiene, sólo que no lo entiendes. Lily le hubiera reprochado o le habría golpeado, pero se encontraba muy ocupada mirando los bellos ojos de Evan y por lo tanto no se dio cuenta de que él la estaba mirando también.

— Lo que digas. Lily no estaba dispuesta a traducir cualquier metáfora que el chico dijera, pero sí encontraba fascinante la manera de hablar de Evan.

Mientras Lily pensaba, Evan la miraba detalladamente. Pensaba que la chica sería muy útil para sus fines, sólo que requeriría más tiempo entrenarla de lo que tenía planeado. Sólo era cuestión de tiempo y Lily caería a sus pies. Claro que le costaría más trabajo, y era cierto que podría conseguir a todas las chicas que quisiera, él confiaba en su apariencia atractiva, pero a él le gustaban los retos.

Lily reparó en la expresión pensativa de Evan y notó que repentinamente éste le estaba prestando más atención que en todo el tiempo que habían estado juntos. Sacó el celular y notó que tenía demasiados mensajes de Michelle, más una llamada perdida. Reparó en el tiempo y recordó que aún tenía tareas que hacer. Decidió irse después de notar la mirada sospechosa de Evan.

Antes de que Evan pudiera decir algo, Lily salió corriendo, pero logró escuchar lo que Evan estaba diciendo:

— Corre, princesa… Aún así caerás.

Lily se quedó confundida, ya no sabía que pensar del chico. Sabía que andaba algo mal, pero decidió ignorarlo. Ella sabía que era demasiado inteligente y que no se dejaría caer, no volvería a enamorarse. Después de Jake, su primer novio, creía que cualquier chico sería sólo un eco, que todos le recordarían a Jake. Después de todo, el primer amor no siempre debe ser el último, pensaba. Sólo debía ver cómo se desarrollaban las cosas, y si llegaban demasiado lejos, ella lo controlaría, o eso creía…

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 06, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La Chica MecánicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora