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Era irritante tener que levantarme temprano para acudir a mi "prestigiosa" escuela. Si fuera por mi ya lo hubiera abandonado desde hace mucho, sin embargo, sigo acudiendo para ver a sólo una persona. Kim TaeHyung.
¿Han escuchado esa frase, en la vida se gana y se pierde?. Bueno, sin duda alguna, Kim TaeHyung fue lo mejor que pude haber ganado, y por nada lo cambiaría en el mundo.
¿Cómo describirlo?. TaeHyung es una hermosa persona, por dentro y por fuera; es como si, literalmente, hubiera caído del cielo, un ángel sin alas. No solo posee un gran adonis, si no que es una persona benevolente.
Lo conozco desde el jardín de niños, nuestras madres se conocen desde secundaria y por obra del destino se volvieron a encontrar cuando nos recogían de la escuela. Cuando lo vi por primera vez, lo primero que pensé es que parecía un pequeño osito; su cabello castaño con esos rizos, su piel acaramelada tan suave, esos lunares que adornaban sus labios, ojos y uno debajo de su naricita. Adorable.
Pero el encuentro en el jardín de niños no fue el único, los días que podían salíamos al parque a tomar un helado, y después TaeHyung y yo corríamos a jugar en los juegos que habían.
Con el paso de los años me fui encariñando mucho de Tae, tanto fue que un día golpeé el rostro de su primo, NamJoon, por abrazarlo.
En ése momento me di cuenta que realmente estaba enamorada de TaeHyung.
Cuando entramos a secundaria tuve que cuidarlo mucho, la sangre me hervía, como si se tratase de lava hirviendo, al ver que abrazaba a otras personas que no fueran yo; era cierto que TaeHyung era una persona bastante hermosa, eso hacía que llamará bastante la atención, y es por eso que la gran mayoría del tiempo estuviese rodeado de jóvenes, y se que es muy egoísta de mi parte sentir celos, pero entiendan, TaeHyung me tenía en sus pies como un perro. Pero a pesar de todo, él siempre me decía que sus ojos siempre estaban en mi. Y yo no podía estar más feliz por escuchar aquello.
Ya no podía más, mi corazón pedía a gritos confesarle mis sentimientos. En su cumpleaños número dieciséis lo lleve a un parque de diversiones, a él siempre le encantaron esos lugares, y caída la noche lo lleve al mar en donde con el hermoso sonido de las olas chocando, la suave brisa del aire, la luna y las estrellas de testigos, me declaré ante él.
