Capitulo 2

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Otro dia más los rayos de sol se colaban por las habitaciones de la casa, alumbrando pequeños rincones y esquinas. Shoyo ya llevaba un buen rato despierto, mirando el techo como si hubiera una ecuación matemática escrita allí. Por suerte, antes de que se volviera a a dormir, su hermana entró avisándole que el desayuno estaba listo.

Bajando por las escaleras ya pudo oler el dulce chocolate y, aunque él era de los últimos en negarse a ese dulce, en ese momento se le revolvieron las tripas.
Sin hacer mucho caso a los avisos de su cuerpo, desayunó junto con su hermana y su madre.

—Shoyo, cariño —este desvió la vista del trozo de galleta hacia los ojos de su madre —A las diez debo ir a hacer unos recados, vosotros dos podéis ir a comprar, ¿de acuerdo? —la pequeña asintió mientras dejaba su taza en la mesa.

—Claro mamá, ¿que necesitas?

Hablando entre los tres, terminaron de comer y recogieron todo de la mesa. Ambos hermanos subieron para vestirse y al poco rato ya se encontraban en el descansillo de la casa.

—¡Nos vamos mamá! —gritó el pelinaranja mientras ayudaba a Natsu a ponerse los zapatitos.

—¡Tened cuidado! —respondió la mayor saliendo de la cocina y haciendo un gesto con la mano, despidiéndose.

Rápidamente llegaron al supermercado, se encontraba cerca de su casa y no tuvieron que andar demasiado. Entraron y revisaron la lista que les había dado su madre para ir a por lo que estaba allí escrito. Claro que antes, la pequeña no podia ir por el supermercado sin el carrito de la compra que había para niños. Shoyo sonrió al verla.

Solo faltaban unas manzanas y un par de cebollas, Natsu se fue a buscar las cebollas y Shoyo fue a la zona de frutería. Cuando ya tuvo la bolsa con unas cuantas manzanas vio que Natsu lo estaba esperando en la caja.
Mientras ataba la bolsa para que no se salieran, chocó con una persona haciendo que casi todas las manzanas se cayeran al suelo. Miró hacia el causante de su tropiezo y allí estaba Kageyama con su, tan común, mala cara. Ignoró a su amigo y se agachó para recoger las manzanas, Kageyama a su lado también se agachó para ayudarlo.

En un momento los dos fueron a coger la misma manzana haciendo que sus manos se tocaran, no era extraño, pero en esta situación se sonrojaron y Shoyo apartó la mano de inmediato.

Después de ese incómodo momento, los dos hermanos pagaron y se fueron. Tras ellos iba Kageyama, como siempre, iban por el mismo camino. Los dos mayores al final empezaron a hablar de temas de clases o simplemente de que harían en vacaciones, disolviendo la tensión que se había formado.
Pronto llegaron al cruce donde debían separarse.

—Oi, Hinata —se giró hacia el pelinranja.

—¿Si?

—Después podemos ir al parque ese, a practicar.

—Claro, me parece bien —el mayor asintió —Nos vemos después Kageyama.

Los dos se despidieron con la mano y luego siguieron sus caminos correspondientes.

—Oni-chan.

—¿Hm?

—¿Porque tu y Kageyama-kun tenian las mejillas así —señaló una de las manzanas rojas —, del mismo color que estas frutas?

Shoyo no pudo evitar abrir los ojos por la sorpresa y que sus mejillas volvieran a tener un color rosado. El mayor no le dio respuesta a la pregunta y siguió el camino a casa.

—Mamaa, ya estamos en casa —gritó la pequeña yendo hacia el salón, donde se encontraba normalmente su madre —Oni-chan, mamá no esta.

—Ha dicho que saldría a hacer unos recados. ¿Vamos a esperarla mientras jugamos voleibol?

—¡Siii!

Pasaron los minutos y el mayor se sentía peor, tuvo que dejar a su hermanita viendo la tele mientras él iba a tomarse pastillas para el mareo. Cuando llegó su madre no le comentó nada, no quería preocuparla. Comieron los tres juntos explicando todo lo que había sucedido durante la semana, compartiendo risas entre ellos.

A la hora acordada, Shoyo salió de casa dirección al cruce donde se encontraría a Kageyama, aunque sus tripas siguieran revueltas y la comida no le hubiera sentado bien.

Se encontró a su amigo esperándolo, viendo el móvil con el ceño fruncido. El mas bajo se acercó para curiosear, pero el alto se dio cuenta rápidamente y apartó el móvil dándole un golpe a la cabeza.

—¡Kageyama! -se sobó el lugar golpeado.

—Quejica. Vámonos —mandó mientras emprendía camino hacia el parque.

Llegados al lugar donde siempre practicaban, empezaron a hacer pases y remates, comentándose entre ellos algunos movimientos para mejorar. Solían hablar mientras entrenaban, sobre todo el peli naranja, que nunca callaba. Ese día solo se escuchaba el sonido de la pelota rebotando en el suelo, siendo golpeada contra un árbol o incluso gente que pasaba por allí. 

Ese comportamiento a Kageyama le extrañó la callada actitud que tenía su amigo ese día.

Durante su pequeño descanso, donde ambos tomaron agua y se relajaron unos minutos, el mas bajo se acercó al azabache para hablarle, pero antes de que esto sucediese, cayó sobre sus pies.

—¡Oi Hinata! —le gritó moviéndolo bruscamente.

Su cuerpo fue más rápido que su mente y no tardó en cargarlo a sus espaldas, cargando también con sus mochilas, para llevarlo a su casa. Su madre los atendió rápidamente, dejando pasar a Kageyama hasta la habitación de Shoyo para dejar a este sobre su cama. 

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Al día siguiente volvió la rutina del día anterior. Se encontraba mucho mejor y aprovechó para hacer todos los recados que no terminó. Se levantó, desayunó con su hermanita y fue a comprar varias cosas que le pidió su madre antes de irse de casa. 

Parecía que su salud había mejorado, es cierto... ¿No?

[...]

Hola magdalenitas🧁! Como estáis? Pues he vuelto eso parece jejeje No me odiéis, esta historia lleva empezada desde 2020 creo, y está muy mal narrada, pero soy una vaga y he tardado casi un año a retomar la edición jiji. Espero disfrutéis de esta historia <3

{29 marzo 2023}




Aquí podemos casarnos | Kagehina [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora