El cielo grisáceo era un estupendo escenario para aquella bandada de murciélagos elevándose sobre nuestras cabezas.
Cada mañana de ese invierno, me he encontrado entre las sábanas tibias intentando reconstruir el rostro del muchacho. Desde luego ha sido un auténtico fracaso.
Puedo recordar el calor de sus dedos sobre mi piel helada, ardía. Como cuando tienes fiebre y el cuerpo te hormiguea, arde.
Como si fuese capaz de atravesar los tejidos con un simple toque, fundiéndose en el rubor de mis pómulos.
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Caballero
Short StoryNo hay alternativa al tormento incesante de los sueños de la niña, la confusión comienza a extraviarla en una mezcla de pensamientos enfermos y morbosos. Pero claro, si aquel animal de oscuro pelaje decide aparecer, su salvación del día esta asegura...