Soy la Luna

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Tiró de sus cobijas más fuerte hasta taparse por completo y abrazó fuertemente a Charmander intentando no llorar.

—T-tranquilo amigo —dijo difícilmente— Qué se haya ido la luz no pasa nada, ¿no? —miró al peluche. En su mundo le había contestado.

—¡No seas mentiroso! —chilló. Ok, aquello que le había dicho el peluche lo alarmó más— Es obvio que los monstruos no existen y no vendrán por nosotros.

El pequeño Donghae se hizo más bolita en su cama.

Quería olvidar cuando pensó que había un monstruo en su silla. Su padre había venido a su rescate cuando lo llamó a gritos, pero solo era un suéter pequeño.

Ahora no tenía a nadie que lo pudiera salvar.

Era muy de noche y sus padres ya estarán en su quinto sueño. Solo al niño Donghae se le ocurre jugar a altas horas de la noche con sus juguetes, en su mundo.

Soltó un suspiro y después formó un puchero. Que la lampara de mesa no funcionara le deprimía.

—Charmander basta, no existen los hombres lobos.

Como si la vida estuviera en su contra, se escucharon ladridos en la calle y para aumentar más el miedo al niño cerca de su ventana se oía las hojas secas siendo aplastadas.

Por curiosidad levantó la cobija, solo lo suficiente como para poder ver su ventana.

Dejó salir un pequeño quejido. ¿había alguien afuera?

El peluche le respondió a sus pensamientos.

—¡Estoy cansado! —se quitó la cobija encima de él y de un gran impulso bajó de esa gran cama.

Aunque tambaleó un poco eso no bajó su disgusto hacia su amigo

—¡Te demostraré que no existen los monstruos, ni un hombres lobo o brujas! —agarró a Charmander que se encontraba acostado y lo sentó en la cama mirando la ventana.

El coraje que había agarrado se fue desvaneciendo cuando escuchó ruidos afuera.

Giró temblando y avanzó lentamente. Sus pequeñas manitas se frotaban entre sí como si eso le hiciera sentir mejor.

Y funcionó, porque agarró el valor para hablar.

Nadie respondió.

Sin embargo, Charmander se adelantó en decirle algo. Claro, tenía que abrir la ventana para que lo escucharan.

Aun temblando agarró el marco de la ventana y lo empujó a su costado. Hizo mucho esfuerzo para abrir y lo consiguió.

Pasó saliva, de nuevo habló.

—¿Quién es? —intentó mirar un poco afuera de su ventana.

Aunque lo único que pudo ver es el poco brillo de la luna y el patio de su casa.

—¡ahh! —habló alguien y parece que tosió un par de veces—¡la luna! ¡Soy la luna! —respondió entusiasmado.

¿La luna le estaba hablando?

Donghae sonrió gustoso. Ignoró que la voz es de un niño y provenida debajo de la ventana.

¡La luna le está hablando!

—¿Luna? ¿El planeta? —preguntó emocionado.

—¡Sí!, eh, pero no soy un planeta, soy un astro.

—Vaya, perdona —se sintió mal Donghae. Apoyó su barbilla en el marco de la ventana y miró el pequeño astro del cielo.

—¿Cómo te llamas?

Soy la luna [EunHae//HaeHyuk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora