Prologo Sueños, Ilusiones y Anhelos de un niño

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A veces nuestro modo de ver las cosas puede cambiar tan abruptamente que cambia todo nuestro ser.

Recuerdo que cuando era más pequeño las cosas a través de mis ojos se veían muy simples, veía a mi padre ir y regresar del trabajo, algunas veces feliz y otras veces con algunas preocupaciones claramente notables en su rostro.

Mi madre era alguien que no prestaba mucha atención, ella... llegaba con otros tipos de expresiones en su cara expresiones que no podía saber de qué era y otras más simples como de algo de frustración.

Había como un gran abismo lleno de cosas que no comprendía entre ella y yo.

Cuando ella hablaba en la hora de la cena con papa, no podía entender en lo más mínimo lo que decían.

Decían palabras que no podía entender.

Estaban tan absortos en sus deberes que casi no los veía sino hasta la noche.

Inocentemente trataba de mostrarle a mi madre los logros que había obtenido en la escuela o decirle a mi padre cuantas veces les había ganado a mis amigos en el parque.

Pero el resultado siempre era el mismo...

Mostraban una pequeña sonrisa, unas tan pequeñas que a veces era difícil distinguirlas de entre el resto de emociones que tenían.

Y solo decían

"Está bien hijo, Bien hecho"

Las primeras veces la emoción de esas palabras llenaba todo mi ser de alegría y satisfacción.

Me impulsaba a querer seguir así, a querer que ellos vean lo bueno que soy.

¡Quería que me vieran siendo el mejor!

Pero...

Al pasar el tiempo, esa sensación fue desapareciendo.

Poco a poco en el lugar de felicidad sus palabras me traían cierto vacío...

No era lo mismo.

Sus sonrisas eran cada vez más pequeñas y casi invisibles.

Si me quedaba despierto hasta tarde para recibirlos...

En vez de ver rostros llenos de felicidad veía molestia.

"¿Qué haces despierto tan tarde? Anda a dormir en este momento"

Era lo único que decían...

Día tras día...

No importaba que era lo que hiciera, no importaba cuanto me esforzara...

Hasta que un día, me canse...

Deje de tener el deseo de mostrarles mis calificaciones, deje de tan siquiera dirigirles la palabra.

Dentro de mi aguardaba la pequeña esperanza que, al darse cuenta de ese cambio, se tomarían 5 minutos y me preguntarían:

Hey hijo ¿Cómo te fue en la escuela?

O

¿Um? ¿Qué estás haciendo?

Que quizá empezarían una de aquellas charlas entre padres eh hijos que veía tanto en la televisión.

Pero ese día jamás llego, no me hablaban, no me miraban, a veces hasta pensé que quizá.... Hasta se habrían olvidado de mi existencia.

No sabía casi nada de ellos...

Ni como se habían conocido, que les gustaba o tan solo que era lo que querían de mi

Incluso recuerdo que nunca supe que era en lo que trabaja mi padre hasta muchos años después, tiempo paso para que me enterara de que mi padre era el administrador financiero de una empresa y que mi madre era diseñadora de modas.

KiaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora