- Hola, sra. Rowell – Dije al momento de entrar a la habitación de Caleb
- Tristán, ¿Cómo estás? – saludó amablemente – estaba ayudando a este muchacho a hacer su maleta, no quiero que se le olvide nada – soltó la camisa que tenía en sus manos y volteó a ver a Caleb – aún recuerdo cuando te lleve por primera vez al jardín de infantes.
- ¡Mamá! – dejo Caleb mientras se acercaba hacia mi
- Soy tu madre – le contesto a Caleb, pude ver que de su mejilla izquierda caía una pequeña lagrima – para mí siempre serás mi niño, al igual que tu hermana – lo tomo de las manos y poco después se limpió la mejilla – y... bueno, ya basta, te dejo con Tristán para que te ayude a terminar.
La señora Rowell salió de la habitación.
- Disculpa a mi madre – dijo Caleb.
- Ella te ama.
Comencé a ayudar a Caleb con las cosas, primero con su ropa, tenía tanta que era difícil decidir que llevar, había acordado que se llevaría solo una parte y otra la dejaría en su casa para cuando viniera de visita, mire en un ropero y estaban sus calzoncillos, tome uno y voltee a verlo, la reacción de Caleb fue de pena, tenía toda la cara ruborizada, su bóxer era de color amarillo con pequeños hotdogs por todos lados.
En un espejo que estaba frente a su cama estaban pegadas con cinta transparente pequeñas fotos, varias eran de nosotros y otras de sus amigos y amigas. Tomé una y la observé detenidamente.
- El día que me pediste que fuéramos novios – dije mirando la fotografía.
- Si – asintió – fue un día muy especial, ¿recuerdas?
Fue un día cálido, nos habíamos citado en el café "Deux" es un pequeño establecimiento cerca de la plaza central en donde tienen mesas, sillas y sombrillas para cubrirte del sol en la terraza, por las noches encendían unos focos que alumbraban toda el área, ese día Caleb llevaba una chaqueta de cuero negra, unos pantalones oscuros y una camisa color blanca.
Fui el primero en llegar al lugar, pedí un café con poca espuma y en su interior tenía un dibujo de una flor, llevaba puesto un abrigo café y unos jeans, mis tenis eran color blanco. Pude ver cuando Caleb se asomó por la puerta de cristal que encaminaba hacia la terraza y se regresó. Tardo unos minutos y volvió a asomarse por la ventana, parecía un poco nervioso, abrió la puerta, y camino hacia la mesa, tenía las manos atrás y cuando estaba tan cerca de la mesa, direcciono su mano derecha hacia adelante y la extendió.
Tenía una rosa roja en su mano, pude ver su cara de nervios.
- ¿Para mí? – pregunte.
- Si – contestó, sus mejillas cambiaron de un color blanco a un color rojo.
- Muchas gracias – le dije mientras me levantaba de la silla-
Di un paso hacia adelante y lo abrasé. Realmente no sabía cómo saludarlo, en ocasiones nos estrechábamos la mano, o simplemente levantábamos la mano y decíamos ¡Hola! Pero jamás un abrazo.
El mesero se acercó hacia nosotros y le entregó a Caleb la carta, el pidió lo mismo que yo y un Rol glaseado de canela, yo pedí una dona rellena de chocolate. La velada se contuvo en una plática amena, bromeábamos, reíamos, nos contábamos como nos había ido ese día, le platique mi discusión de esa mañana con mi madre y sin darnos cuenta se encendieron las luces, era algo hermoso.
- Es hermoso ¿No crees? – le pregunté observando el lugar.
- No tanto como tú – dijo y bajo la cabeza.
- ¿Cómo? – pregunté
- Digo que... - pasó saliva y siguió – Es un lugar hermoso, pero es más hermoso porque tu estas aquí, estamos.
Sonreí un poco y quedé mirando esa hermosa sonrisa preocupada que tenía Caleb, en sus mejillas se formaban dos pequeños hoyuelos uno de cada lado.
- Quizá me tomes como loco, pero... - comenzó a hablar – me siento muy bien cuando estoy contigo.
- Yo igual – dije mientras comenzaba a beber un poco de café, sentía un calor tan intenso en mis mejillas, sabía que estaba ruborizado, pero actué con la mayor normalidad que pude.
- Y... quería saber si – parpadeó más de dos veces y siguió – quería saber si te gustaría ser mi novio.
- ¿Fue una pregunta? – respondí
- Disculpa, estoy un poco nervioso, ¿Te gustaría ser mi novio?
Caleb es un chico tan lindo, es tan atractivo, responsable y se ha comportado de la mejor manera conmigo.
- Si – le solté mi respuesta sin más y lo abracé.
La plática entre Caleb y yo se hizo más romántica, las bromas se intensificaron, algunas personas se reían de nuestras risas, que para nada son discretas, saque mi celular y le pedí al mesero que nos tomara una foto, el mesero se acercó y le pidió a Caleb que me abrazara, Caleb levanto su brazo derecho y lo paso por detrás de mi espalda, cuando salió el flash de mi celular, Caleb me dio un beso en la mejilla y yo abrí los ojos sorprendido, mis mejillas estaban rojas.
- El mejor de todos.
- Me encanta tu cara de asombro – dijo Calbe burlándose un poco de mi – te tenia loco desde entonces, amor.
- Claro que no – mentí, la verdad es que Caleb me atraía demasiado, pero si no fuera por su valor, quizá nosotros aun no fuéramos novios – solo que me sorprendió que hicieras eso.
- Perfecto – respondió – sabes... mañana me estaré dirigiendo a mi nueva vida – dijo mientras me quitaba esa fotografía de mis manos, y despegaba todas las demás – y me gustaría invitarte a un sitio, ya sabes como despedida – comenzó a guardar las fotografías en su maleta.
- Claro – dijo mientras le arrebataba la fotografía del día en que nos conocimos – pero, yo me quedo con esta.
- Es mi favorita – refunfuño Caleb
- Es el mejor recuerdo que podría tener de ti – respondí
- De acuerdo – dijo sonriéndome – entonces... ¿Te gustaría ir conmigo al Café "Deux"?
- ¿Hoy?
- No, si quieres en un año o cuando muera – respondió riendo, y me abrazó – esta noche tu y yo en el café en donde inicio todo, ¿Aceptas?
- Acepto.
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