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Los labios sobre su piel mordían y chupaban con más fuerza a cada minuto que pasaba. Pronto, Jimin estaba confundido sobre aquel colchón con sábanas negras que pertenecían al chico frente a él; Jeon JungKook, su crush desde hace tres años.
JungKook mordió su cuello de nuevo, esta vez sobre su clavícula. Jimin jadeó y puso una mano en su cabello negro, acariciándolo como tantas veces había querido hacer.
-Hyung... quítame la ropa-murmuró con el tono de voz sensual que había estado practicando desde hace años.
JungKook, para su desconcierto, no le hizo caso. Continuó chupando y dejando marcas a lo largo de su cuello y clavículas, gracias a la camiseta holgada de cuello en V que se había puesto ese día. Lentamente, las manos de JungKook empezaron a acariciar sus piernas por encima del pantalón, de arriba a abajo, apretando de vez en cuando.
Jimin se mordió el labio inferior. Quizás a JungKook solo le gustaba jugar ese típico juego -valga la redundancia, donde Jimin tenía que suplicarle. Estaba bien, no tenía problemas con eso; hasta le parecía excitante.
En realidad, Jimin era un poco masoquista, y sí, tenía unos cuantos fetiches. Amaba los apodos despectivos, adoraba que su pareja lo abofeteara mientras le decía lo puta que se veía, y también amaba ese momento donde tenía que repetir "fóllame, por favor" al borde de la locura para que lo clavaran contra el colchón.
Sí, quizás Jimin era un poco pervertido, pero no lo lamentaba. El viaje del poder, placer y dolor era demasiado complejo para que muchas personas pudieran entenderlo, y eso en varias ocasiones había hecho que sus ligues se espantaran cuando Jimin exigía que lo ahorquen, pero en ese momento no le importaba ninguna mierda ética. Jeon JungKook estaba a punto de follarlo y Jimin se pondría de rodillas si era necesario para conseguirlo.
-Aah, hyung –gimió cuando por fin JungKook quitó su camiseta. Aunque lo hizo a un ritmo lento y tranquilo, cosa que causó en Jimin admiración. JungKook debía estarse controlando bastante para seguir con el ritmo tan ameno, a él ya le dolían las bolas por la lujuria que le recorría el cuerpo.
-Eres tan hermoso, Jimin -dijo JungKook con su voz ronca y cargada de deseo. Sus manos comenzaron a acariciar casa rincón del torso de Jimin, deteniéndose en sus pezones—. Tan bello... –murmuró, luego sus dedos índice y pulgar tomaron ambos pezones, tirando de ellos.
Jimin se arqueó, soltando un quejido. A decir verdad tenía toda la zona del pecho sensible, pero eran pocas las personas que se detenían a admirar ese detalle.
JungKook sí le prestó atención, al parecer. Porque una sonrisa grande se formó en sus labios antes de que empezara a jugar con sus botones. Tiraba de ellos, los giraba, soltaba de golpe para volver a atraparlos después, y presionaba con ambos dedos sobre ellos para mover el pezón en círculos, dejándolos rojos y adoloridos.
-¡Ah, ah, sí! ¡Se siente bien! -gimió Jimin demasiado alto, repitiendo esa cadena de "ah" sin cesar, pues era lo único que alcanzaba a decir por los latigazos de placer que JungKook creaba al maltratar sus pezones.
