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JungWon miró por la ventana emocionado, una fina capa blanca estaba comenzando a cubrir todo a su alrededor. Buscó la chaqueta más gruesa que encontró y salió al patio trasero con dos objetivos: el primero era disfrutar de la nieve y el segundo era esperar a que SungHoon decidiera ponerse a tocar aquel instrumento, hacía tiempo no se quedaba en el jardín de su casa a escuchar al mayor. Para su suerte, aunque aún eran tempranas horas de la mañana, SungHoon había comenzado con lo que era costumbre para él y JungWon nuevamente se quedó ahí, deleitándose con el sonido.

Al rato, la música dejó de sonar y a penas un par de minutos después, JungWon recibió un mensaje de su amigo preguntándole si estaba disponible en esos momentos para que lo acompañara en casa, su madre había salido con su hermano. Como era de esperarse, JungWon no dudó en responderle que llegaría en 15 minutos, debido a que debía bañarse y arreglarse aunque sea un poco, seguía en pijama porque la emoción por la nieve fue tanta que ni siquiera se preocupó de cambiarse las prendas de dormir.

A penas salió de su casa ya listo, en la cara de JungWon apareció una bonita sonrisa por la exaltación que le causaba aquel clima. Él nunca antes había sido capaz de jugar en la nieve.

SungHoon estaba sentado en la entrada de su casa esperando por el menor.

"¡JungWon! ¡Preparé chocolate caliente!"

El peli-negro mantuvo su mirada fija en la ventana, copos de nieve habían comenzado a caer nuevamente y sus ojos brillaban ante esa escena.

"Podemos salir a jugar si quieres." SungHoon pensó que los ojos de su amigo no eran capaces de iluminarse más, pero estaba equivocado. A penas esas palabras salieron de su boca, el chico de pelo negro le miró a los ojos y SungHoon podía jurar que vio pequeños destellos provenientes de ellos. Claramente JungWon deseaba salir a disfrutar con todas sus ganas.

Al salir al patio trasero de SungHoon, lo primero que JungWon hizo fue recostarse sobre la capa blanca y comenzar a hacer un ángel de nieve.

Sin duda, en esos momentos parecía un niño. Quitando los restos de nieve que quedaron en su espalda, se acercó a los árboles y comenzó a mover la nieve que quedaba sobre las ramas de estos, centrando toda su concentración en ello. SungHoon no podía evitar sentirse alegre mientras veía todas aquellas escenas. A su parecer, JungWon realmente había llegado a su vida cuando más necesitaba de alguien, y simplemente con tanta facilidad logró entrar en su corazón. Estar agradecido con él era poco.

Luego de unos minutos de admirar al más pequeño, SungHoon juntó la mayor cantidad de nieve que cupó en sus manos y la amoldó formando una bola de nieve bastante grande, la lanzó directo a la espalda del otro chico, quien al momento en que esta impactaba en su espalda, se sobresaltó. Miró hacia atrás con los ojos entrecerrados y lo más rápido que pudo imitó lo que SungHoon hizo para formar una bola de nieve y terminó lanzándosela en un brazo. Si bien pasaron más o menos cinco minutos en los cuales sólo reían y se lanzaban nieve –la cual ya no estaba compacta en bolas de nieve, sino que sólo la lanzaban por los aires así nada más–, pasó más tiempo en el que se daban pequeños empujones y se hacían zancadillas con el propósito de que alguno de los dos cayera al suelo.

En un movimiento descuidado de parte de SungHoon, tratando de hacer caer a JungWon los pies de ambos se enredaron haciendo que los dos cayeran de bruces al suelo.

Carcajadas salían de la boca de ambos y aún sin levantarse seguían jugando con la nieve y lanzándosela en la cara.

No fue hasta un par de minutos después cuando ambos quedaron recostados en el piso boca arriba calmando sus agitadas respiraciones y aún riéndose un poco por lo bajo. JungWon se incorporó arrodillándose junto a SungHoon.

El peli-negro miró la nariz de SungHoon, estaba completamente roja al igual que sus orejas, era a causa de todo el frío que hacía. JungWon por su lado se encontraba igual, sólo que a diferencias del mayor, él sí tenía sus orejas cubiertas dentro del gorro de su sudadera.

"JungWon, tu nariz es pequeña." El menor soltó una pequeña risa.

Algo que no había notado era que a causa del frío los labios de SungHoon estaban un poquito más voluptuosos de lo normal, nada más un poco, pero el peli-negro se había dado cuenta.

JungWon en su mente tenía un lío, no sabía qué era pero lo sentía, lo percibía e impulsaba, lo impulsaba a acercarse más y más al chico que se encontraba ahí mismo. Cuando sus sentimientos por fin tomaron el control de la situación apegó sus labios a los rosados labios del mayor.

Eran tan suaves como en algún momento los imaginó, eran tan cómodos y cálidos como esperaba que fueran. La piel del menor se erizó cuando sintió como SungHoon seguía el ritmo de aquel beso, se erizó aún más cuando poco a poco las manos del mayor se aferraban más a su cuello buscando aún más cercanía entre ambos. Sin duda alguna tenía que estar soñándolo, era todo tan lindo como deseaba que fuera.

Desgraciadamente, no logró cumplir todas sus expectativas. SungHoon había roto el beso bruscamente.

Levantándose rápidamente, el mayor entró a su casa sin decir palabra alguna. JungWon estaba devastado, se culpaba por ser tan tonto.

Por otro lado, algo faltaba en el interior del mayor. Sentía un vacío. Y en ese momento se dio cuenta de que todas las emociones que había sentido segundos atrás le hacían más que falta, y no podía quedarse vacío, necesitaba volver a hacerlo. Corrió de vuelta a su patio trasero rezando que JungWon siguiera ahí esperándolo, sin embargo, el menor estaba a punto de salir de aquel lugar por la puerta que daba con el patio delantero.

SungHoon corrió y lo detuvo, y en menos de un segundo –en el cual el menor pudiera entender qué estaba sucediendo– el castaño ya tenía sus labios estampados en los de JungWon nuevamente, sus brazos rodeando el cuello del más bajo y su corazón latiendo rápidamente.

Todas las emociones volvieron a aparecer, el vacío se llenó. SungHoon necesitaba tener a JungWon a su lado, él era su salvación y por suerte se había dado cuenta a tiempo.

Al separarse el mayor escondió su cara en el cuello contrario, con cada inhalada sus pulmones se llenaban del suave aroma del más pequeño. No querían soltar palabra alguna, no era necesario, ya ambos entendían muy bien lo que acababa de ocurrir.

Al fin, tras soltarse, sin siquiera mirarse a los ojos pudieron notar las emociones que cada uno sentía; las sonrisas, los ojos brillosos, los suspiros, todas aquellas cosas los delataban.

"Hoonie, siento que eso te haya espantado..."

"¿Estás loco? Yo siento haber sido tan tonto como para alejarme, no te imaginas las veces que soñé contigo, con un momento como ese, y en todas esas ocasiones me negaba a admitirlo." De no ser por la escasa luz, SungHoon habría visto lo rojizas que se encontraban las mejillas de su amigo.

Los dientes de JungWon comenzaron a castañear por el frío –y quizás también por los nervios–, el más alto se acercó y lo rodeó entre sus brazos, la calidez que se estaban brindando era lo mejor ante ese clima tan helado, sin embargo ya era tarde y debían entrar a la casa para evitar resfriarse.

Se encontraban sentados en la cama –JungWon apoyado sobre el pecho de SungHoon–, con en portátil en frente de ambos reproduciendo una película, una manta sobre ellos y sus cuerpos completamente juntos manteniendo el calor corporal. Sus respiraciones chocaban a causa de la cercanía y de vez en cuando JungWon empinaba sus labios, dejando un corto beso en los labios del otro chico, y SungHoon se inclinaba sólo un poco para hacer la misma acción de JungWon.

El mayor ni siquiera debía preocuparse porque su madre los viera, estaba claro que ninguno de los dos miembros de su familia volvería esa noche. Podía quedarse dormido con JungWon a su lado, despreocupadamente.

Aquel día no podía haber terminado mejor.

Piano Boy ♪ sungwonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora