Siete

749 114 28
                                    

-Miau, no debe andar lejos- se arrastró por la hierba y meneó los bigotes en el aire para intentar captar de nueva cuenta el aroma de su amado. Día y noche lo había buscado, y su fracaso había sido inminente hasta ese momento. -Todo es culpa de esos ladrones, miau- decidió tomar un descanso al hallarse a mitad de la aldea. Reposó su fofo cuerpo gatuno sobre un barril y se hizo con la cantimplora que llevaba estrategicamente anudada a su cuello en caso de emergencia. Claramente esa era una.

Sufría mal de amores, pero no era como las otras veces en que sus prometidas le daban la espalda a último momento. No, ahora era un caso único y diferente. Estaba enamorado, perdidamente idiotizado por la belleza de un chico humano. Seguro si su clan se enteraba, no dudarían en desterrarlo. Pero no le importaba demasiado. Llegado a ese punto sería capaz de convertirse en un gato renegado con tal de tener a su amor consigo.

La luna estaba en su cénit cuando el minino alzó la cantimplora para empinarse su adulterado contenido de una sola vez. Estando ebrio pensaba mejor y se volvía más rápido. Sin duda un excelente remedio para la ocasión ya que, no tenía contemplado rendirse tan fácilmente. Sus rivales de amor eran humanos de cuidado. Poderosos y posiblemente apetecibles a vista de su bello girasol. Además tenían la ventaja por habitar en el mismo medio que él.

-Pero les falta coordinación- medio maulló, medio hipó, retomando su camino en un penoso zig zag. -Y astucia- saltó hacia un alambrado y trepó con ayuda de sus filosas garras. Si era cierta la información que había obtenido del chico, su hogar debía encontrarse a mitad de esa calle cuesta abajo. Una casa con fachada verde. La casa del cuarto Hokage.

***

Pildoras. Montones de ellas, todas de diferentes tonalidades, formas y colores, cada cual para un síntoma en especifico.

Itachi se quedo contemplandolas durante largo rato, hasta que se decidió por la pildora azul, aquella que lo ayudaría a conciliar el sueño. La tomó entre sus dedos y sin mayor templanza la intrudujo en su boca. Bebió un pequeño trago de agua y se quito la liguilla del cabello.

Llevaba varios días sin dormir de forma adecuada. Era imposible descansar con tantas preocupaciones y responsabilidades encima, pero al menos pronto terminaría todo. Si conseguía llegar a un acuerdo con el tercero, el resto sería desición de los miembros del consejo.

Lentamente alargó el brazo hacia la lámpara, vacilando al instante.

Últimamente había tenido un sinfin de pesadillas, cada cual más tenebrosa y sanguinaria que la anterior. Tambien habían dos sombras acompañandole, a una creía reconocerla, pero no estaba seguro de la segunda. Era alguien...

"Te odio, Itachi"

Familiar. Una voz en extremo conocida, acompañads de una serie de sucesos difusos y lejanos.

"Ahora no..." su mente se quedaba en blanco al llegar a esa parte. "Quizá la proxima vez"

Sacudió la cabeza en negación y trasladó sus pensamientos a una situación mucho más sencilla de procesar...Naruto.

En días pasados (e incluso actualmente) no había dejado de pensar en él. Suponía normal angustiarse un poco por la posición que ocupaba el hijo de Minato dentro de todo. El hecho de que Naruto se viera forzado a convivir con ellos para afianzar vínculos no era más que parte de una estratagema poco ortodoxa ideada por el cuarto en su afán por supervisar los movimientos dentro del distrito, ello sin tener que incurrir a la violencia.

Pero...¿Realmente se compadecía de Naruto o solo era un pretexto para justificar sus actuales sentimientos?

Quería conocerlo mejor, eso era seguro. Aunque tampoco consideraba prudente ser tan directo para pedirle una cita.

Insomnia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora