One-shot

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Vil terminó de aplicarse el último de los productos de su rutina de belleza tras la ducha y salió del baño. Llevaba el pelo suelto y recién cepillado, acariciándole los hombros con las puntas. Se había puesto su albornoz de seda púrpura, que era su favorito, porque le hacía sentir como una auténtica reina, y en esos momentos lo necesitaba. Las mangas eran largas, llegándole casi a las muñecas, y la tela tocaba el suelo, dejando una de sus esbeltas piernas al descubierto. El cinturón se le pegaba a la cintura de forma sugerente, igual que una serpiente hambrienta. Sin embargo, no se encontraba de humor para admirar su figura. Se miró en el espejo y suspiró, solo viendo el rostro agotado que había estado ocultando tras el maquillaje el resto del día. Había tenido una jornada agotadora con el VDC y, para no variar, nada había salido como lo había planeado. Se sentía decepcionado consigo mismo. Había puesto en peligro toda la competición, su reputación, el nombre de la escuela, y las vidas de quienes le rodeaban, ¿y por qué? ¿Por celos? ¿Por miedo? A esas alturas, tendría que saber mejor cómo lidiar con eso.

Se sentó frente a su tocador y observó su teléfono móvil roto como si fuera la cosa más interesante del mundo. Al día siguiente tendría que acercarse a algún alumno de Ignihyde para ver si podía hacerle un pequeño favor y arreglárselo. Esperaba que mañana fuera menos horrible que hoy. Estaba deseando tumbarse en la cama, ni siquiera después de ducharse con jabones que favorecían la relajación muscular había conseguido que el dolor desapareciese de su cuerpo. Nunca habría imaginado que los efectos de un overblot pudieran ser tan terribles, aunque, siendo sincero, jamás consideró la posibilidad de ser víctima de uno para empezar. Se levantó con cierto esfuerzo, dispuesto a volver al baño a echarse su crema de manos antes de irse dormir, cuando alguien llamó a su puerta. Soltó un bufido muy poco elegante, había dado instrucciones muy claras de que no quería que nadie le molestara a menos que se tratase de un asunto de vida o muerte, y por primera vez desde que se convirtió en líder de dormitorio, había incluido a Rook. Así pues, nadie tenía permitido ir a visitarle esa noche. Abrió la puerta y, para su sorpresa, quien estaba allí no era uno de sus compañeros, sino Leona.

-¿Qué haces aquí? -preguntó Vil sorprendido-. ¿No deberías estar en tu dormitorio?

-Te mandé algunos mensajes pero no me contestabas, así que vine a ver qué tal estabas -respondió el moreno con simpleza.

-Oh, lo siento por eso, se me rompió el móvil esta tarde.

-¿Se puede saber qué demonios le hiciste? -inquirió el león con un tono divertido.

-Eso me gustaría saber a mí, no me acuerdo. En fin, ¿qué querías decirme? ¿Es muy urgente?

-¿Te importa si paso?

-Vas a hacerlo incluso si intento impedírtelo -el rubio se hizo a un lado-, así que adelante.

Leona entró en la habitación y Vil cerró de nuevo la puerta. No se sentía con fuerzas para lidiar con su novio ahora mismo, pero dejarle hablar era menos problemático que tratar de echarle, por lo que no le quedaba otra opción. Se acercó a él, y permitió que el mayor rodease su cintura y depositase un beso en su frente. Las muestras de afecto del líder de dormitorio de Savanaclaw solían ser físicas, rara vez verbales, y el modelo no podía quejarse, después de todo, no había lugar en el que descansase mejor que entre aquellos fuertes brazos. Compartieron una pequeña sonrisa, y entonces Leona habló:

-Pareces agotado.

-Estoy agotado -confirmó el rubio.

-A lo mejor debería irme.

-¿Tú siendo considerado? -Vil ahogó una carcajada-. Estoy teniendo alucinaciones a causa del cansancio.

-Muy gracioso, princesa.

Una reina necesita a su rey [LeoVil || Twisted Wonderland]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora