Relatós de Berlín

12 1 0
                                    

—Bien señor August cuéntenos su historia

Cómo contaba toda esa tarde la pasé jugando con Hanna su madre terminando su trabajo se sentó en una silla de mi jardín y nos contemplaba con una mirada alegre y caluroso mientras Hanna y yo compartíamos un alegre momento para cualquier infante
La mirada de la señora Griselda era en cierta medida la figura materna qué hace mucho tiempo había perdido
Lamentablemente ese momento estaba por terminar
Mi padre se acercó por detrás a la señora Griselda Y puso su mano sobre su hombro la señora Griselda cambió su mirada a la de alguien triste y resignada

-Chicos sigan jugando yo y la judía hablaremos en mi despacho

exclamó mi padre y la señora Griselda entendió que se dirigía a ella así que lo obedeció y lo siguió hasta su despacho
La señora Griselda la madre de Hanna era una mujer de cabello rubio deslumbrante tanto que cuando el sol alumbraba su larga cabellera pareceríaque su pelo está hecho de oro puro y fino oro y poseía una figura deslumbrante y muy seductora incluso yo a mi corta edad podía notar eso lamentablemente ya sea por el destino o la mala suerte había enviudado muy joven a la corta edad de 32 años Y lamentablemente ella tenía que sustentar y hacerse cargo de su hija lo cual la llevaba incluso a tener 4 trabajos al día y aún así apenas tenía lo justo para sustentarse a ella y a su hija y a pesar de todo ella siempre tenía una mirada amorosa y comprensiva para desconocidos y conocidos.
La señora Griselda solilla contarnos sobre la gran persona que era su marido y también nos contaba de su época como universitaria en la cual se había aficionado mucho por la historia por ende ella solía contarnos sobre las grandes hazañas que ha hecho el hombre a lo largo de la historia aunque también nos hablaba sobre las barbaridades a las que el ser humano podría llegar.
A su hija y a mí nos encantaba escucharla hablar sobre la historia de las naciones que se alzaron en el Mediterráneo, la historia del continente europeo, los grandes imperios chinos, persas, romanos entre otros
Parecería que ella había nacido para ser una gran maestra de historia ya que siempre encontraba la forma de hacerlo entretenido y de explicarnos los errores que habían cometido los seres humanos ya que de esa manera no los volveremos a repetir.
Lamentablemente todo lo bueno tiene que terminar ya que lamentablemente la señora Griselda y su hija sólo podían estar unas cuantas horas conmigo pero lo que siempre me consolaba era que sabía que el día siguiente volverían
Transcurrida una hora escucho que la señora Griselda sale del despacho de mi padre y procedí a dirigirse al jardín ahí es cuando la veo despeinada y con la misma mirada de tristeza que tenías hace un rato
La señora Griselda me mira fijamente a los ojos y luego me dirige una sonrisa genuina y calurosa luego procede a pedirle a su hijo que tome su oso de peluche ya que ya era hora de marcharse su hija la obedece y puedo observar cómo andas se retiran no sin antes prometerme que volverás mañana en cuanto veo las siluetas de ellas alejarse decido qué es hora de entrar a mi casa así que toma mi carro de bomberos y entró a mi casa dirigiéndome directamente a mi cuarto.

Ya en mi cuarto decido jugar con más juguetes que tenía ahí transcurridas unas cuantas horas mi padre me dice que la cena ya estaba servida yo sin rechistar bajé inmediatamente
Una vez en la cocina me senté en la mesa y mi plato ya estaba servido mi padre cómo era habitual había puesto la radio ambos comimos aunque mi padre terminó primero pero de igual manera como es habitual en el esperó hasta que yo terminará mis alimentos
Y procedí a tomar mi plato y los cubiertos los deje en el lavadero
Mi padre hizo lo mismo apagó la radio y sacó su pipa empezó a fumar yo al fin me armé de valor para hacerle una pregunta que quise hacerle hace mucho tiempo.

-padre ¿me permites hacerte una pregunta?

—dime ¿cuál es tu pregunta hijo?

-porque te diriges hacia la señora Griselda como judía

Mi padre frunció el ceño y con pipa en mano me dijo que lo siguiera a su despacho yo lo seguí hasta entrar a su despacho y mirar su imponente escritorio donde tenía una silla de cuero bellamente adornado en el cual una vez sentado mi padre se veía sumamente imponente e importante mi padre me pidió que me sentara justo en esa silla he de admitir que la silla era sumamente cómoda y daba una sensación de poder y me hacía sentir sumamente importante.
Mi padre se sentó en la silla en la cual generalmente se sentaban las personas que entraba al despacho de mi padre cabe aclarar que la silla en la que se sentó mesilla común y cualquiera incluso dudo que sea acomoda mi padre siguió fumando su pipa y me dijo:

El victorioso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora