17|Hora de ir a bailar.

11.2K 1.5K 1.1K
                                    

Dedicado a TanFicticia por animarse a entrar a esta aventura 7u7. Muchísimas gracias por la oportunidad, chula. 🔥
Pd: Fic es diseñadora gráfica y trabaja por comisiones desde su cuenta de Instagram, donde pueden ver sus increíbles trabajos y seguirla. 🖤

Mi espalda choca contra la portezuela del auto al instante que siento sus manos apretando mi cintura con suavidad, acerca su rostro sin darme tiempo de analizar lo que sucede, aun así, me dejo envolver entre sus labios, tengo que ponerme de puntil...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mi espalda choca contra la portezuela del auto al instante que siento sus manos apretando mi cintura con suavidad, acerca su rostro sin darme tiempo de analizar lo que sucede, aun así, me dejo envolver entre sus labios, tengo que ponerme de puntillas y rodearle el cuello con los brazos a pesar de que con una mano sostengo el flamenco bailarín que nos ganamos. Pero nuestros labios no bailan al flamenco, sería complicado llevar el ritmo, más bien parece un tango donde nuestros cuerpos se estrechan, el lenguaje corporal se desata de manera sensual al bajar mi brazo izquierdo por detrás de su cintura sin caer en lo sexual, en este solo hay una sincronización perfecta que dura tres minutos, sin embargo, para nuestros pulmones, no creo que sea posible contener tanto tiempo la respiración.

Mis manos bailan sobre su espalda hasta acariciar sus brazos, escucho su respiración sobre mis labios al alejarse un poquito y no me atrevo a mirarle a los ojos por ahora. Quiero seguir disfrutando de este tango antes de dirigirnos al museo.

Mi corazón prefiere acelerarse como los pasos del Horón y mis neuronas alterarse como el mismo Jarabe Tapatío.

Es una extraña y original manera de describir las sensaciones asociándolas con danzas. Yo siempre fui fan de esa rama artística, era la loca niña que bailaba en medio de la sala imitando a Shakira. Si hubiera descrito este momento tomando como referencias libros, ya estuviéramos muertos.

Me quedo con la danza, así más tarde espero que me deje bailar sobre él y no precisamente al ballet.

—Bonita, me encantaría seguir besándote aquí mismo, pero al ser un espacio público y familiar, es mejor trasladarnos a uno en el que solo podamos estar los dos sin dar una escena clasificación «C» o «D». —Abro los párpados encontrándome con sus orbes esmeraldas oscurecidos y sin borrar su sonrisa llena de coqueteo—. Todavía tengo en cuenta el museo y ese escrito que estoy ansioso por leer para sacar mi lado fanboy contigo. Así que tengo ese lugar ideal.

Asiento ligeramente sin dejar de analizar cada facción de su rostro. Lo repetiré las veces que sean necesarias, quiero perderme en el universo que hay en su mirada y explorar esas pecas rojizas como si fueran constelaciones.

Siento una presión en el pecho. Frunzo el ceño soltando un siseo. Aníbal se percata de mi cambio de expresión.

—¿Qué pasa?

—Creo que ingerir demasiada azúcar me dio un mareo, pero ya se me ha pasado. Es mejor irnos de una vez.

Deja de aprisionarme dándome paso, al girar, me abre la puerta antes de que yo pueda hacerlo. Me acomodo la chaqueta, seguido del bolso, mientras que presiono al flamenco contra mi pecho para que no se me resbale. No soy partidaria de coleccionar los peluches, es por eso que prefiero que Aníbal se lo quede. No protesta.

Los cuervos también se enamoran  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora