Amo a mi esposa, pero hay un secreto que jamás le he contado.
Ella y la señora Gravite, la anciana del piso 143, eran buenas amigas. Por ello, mi esposa fue la primera en notar su ausencia y quiso que yo fuera a comprobar si estaba bien.
—¿Y si le ocurrió un accidente? —Mi esposa estrujó la orilla de su vestido de vinil con un mohín en los labios.
—Para eso compró aquel ayudante robot de último modelo, Rocket o como se llame...
—¡Orión!
—Bien, bien, iré a darle un vistazo.
Para devolverle la paz mental a mi adorada esposa -y que ella, a su vez, me dejara en paz a mí- me levanté del sillón para visitar a nuestra vecina, varios pisos arriba.
—¡Señora Gravite! Soy su vecino Orión, del piso 80.
Sólo el silencio me recibió en su sala de cromo y menta cuando entré.
—¿Señora Gravite?
Me apresuré con precaución a la única habitación iluminada de la casa, y por los anillos de Saturno juro que lo que encontré ha estado grabado con láser en mi memoria por todos estos años.
—¿Ro... Rocket?
El reluciente robot metálico estaba de pie en medio de la habitación, con su dueña a sus pies. O al menos, los restos de ella.
Piel desgarrada y sangre derramándose, miembros cortados y desperdigados; el rostro sin vida de una septuagenuaria torcido en una expresión de dolor y sorpresa sobre el pulido piso cromado.
Quizás fue la gran impresión, o quizás el terror, lo que me impidieron salir corriendo enloquecido del lugar. Sólo estaba allí de pie, como una estatua, viendo como pequeñas aspiradoras redondas recogían y limpiaban la escena hasta dejarla sin rastro de la carnicería que presenciaba momentos antes.
Rocket, el robot que había asesinado a mi vecina, se acercó hasta a mí. Parecía mirarme con atención y yo temía conseguir el mismo final de su dueña. Su brazo se alzó ante mí, entregándo un pequeño carrete de cinta magnética en mis manos.
—Algún día me lo agradecerás.
Su voz distorsionada me hizo reaccionar y salir corriendo de la habitación hasta llegar al elevador del piso.
¿Qué le diría a mi esposa? ¿Quien creería que un robot asesinó a su dueño y eliminó los restos sin ayuda de nadie?
Esa misma semana todo el sistema solar se estremeció al recibir las impactantes noticias: al registrar el hogar de una anciana reportada como desaparecida se encontraron cintas magnéticas llenos de datos de mujeres asesinadas en el sistema del planeta Tierra, además de restos humanos que correspondían a estas mismas. La señora Gravite resultó ser una de las asesinas más buscadas del planeta.
Amo a mi esposa, pero nunca le he contado lo que ocurrió el día que visité el piso de nuestra vecina. Nunca le he mostrado la cinta que el robot me dio. Nunca le he dicho de los archivos que esta guardaba.Nunca le diré a mi esposa que estaba a punto de ser la víctima de una asesina.
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Relatos de ciencia ficción
Science-FictionLibro compilatorio de relatos participantes en retos y desafíos, del género ciencia ficción.