Definitivamente, el año pasado fue agotador: las carreras, la tienda, el taller en el que pasaron tantas horas juntos preparando y añadiendo los últimos detalles mecánicos y modernos para las tablas de Miya y Langa, ¡y la competencia! Nunca la olvidarían; y sobre todo, cada una de las aventuras por las que pasaron para alejarse de Adam y sus secuaces cuando intentaron hacerles vivir una pesadilla en el último circuito de Okinawa... Bueno, todo eso había terminado.
Fue de las mejores ideas el disfrutar de un viaje juntos, aprovechando que Langa ganó el primer lugar en la carrera de otoño cuyo premio, gracias a la amabilidad de los misteriosos patrocinadores de Miya, era un boleto de avión a cualquier lugar al que eligiera volar. Todas las tardes desde entonces, trabajaron muy duro en Dope Sketch e hicieron todo tipo de mandados para conseguir el dinero necesario para comprar otro ticket y finalmente viajar... Sí, lo adivinaste bien, a Canadá.
La madre de Reki pegó el grito en el cielo cuando lo supo. Nunca dejaría que su bebé llegara tan lejos solo para patinar en cualquier montaña en la que quisieran pasar sus vacaciones cuando en Japón tenían, no sé, el Monte Fuji o algo así. Sin embargo, las hermanitas menores estaban emocionadas, y fue tan divertido el ver que querían que él viajara a un lugar nevado, diferente, solo para que les comprase recuerdos del otro lado del mundo. De hecho, insistieron más que el propio Reki, o tal vez fue solo que él no pidió permiso... era un tema que ya estaba decidido, se lo había prometido a Langa, así que mientras su familia estaba preocupada por si dejarlo viajar o no, en la casa de Hasegawa, la madre de Langa los contactó con unos viejos amigos que vivían cerca de Lake Louise para que pudieran quedarse allí por un precio módico con la condición de ayudarlos a limpiar la nieve estancada en las puertas de las viviendas durante su estadía.
Unos meses más tarde, la madre de Reki no tuvo nada más que hacer que abrazar a su hijo y llenarlo de consejos sobre seguridad y responsabilidad. Y así lo hizo también con Langa. Quizás confiaba más en el chico alto, ya que comenzó a contarle sobre las verduras y la medicina a la que Reki era alérgico, esperando que cuidara a su pequeño y viceversa. Mientras tanto, al pelirrojo le provocaba una sensación de humillación y unas extrañas ganas de esconderse en el avión para siempre. Iban a estar fuera del país solo un par de semanas, pero ya sabes, madre siempre es madre, así que la dejaron ser.
La mamá de Langa no parecía preocupada por la seguridad, lo que le preocupaba era desbordar las lágrimas de alegría porque su pequeño retoño estaba a punto de comenzar su propia odisea lejos del nido. Ella simplemente los abrazó a los dos y se despidió cuando se alejaron hacia las puertas de embarque, listos para huir de las preocupaciones que los persiguieron el año anterior.
Luego de diez largas horas y una breve escala en un país cuyo nombre no conocen, finalmente llegan al aeropuerto de Ontario, sintiendo la brisa fría contra sus pieles, obligándoles a vestirse con chaquetas térmicas sobre sus poleras, ya que este tipo de frío era totalmente diferente al que Reki estaba acostumbrado. Cuando Langa se cubre las manos con guantes tejidos, Reki hace un puchero y lo acusa de no recordarle que empacara las suyas, a lo que Langa responde con calma:
—Pero... te lo dije como tres veces... Creo que estabas cantando esa canción que no puedes sacarte de la cabeza, y no me hiciste caso —ríe suavemente.
El puchero de Reki se convierte en una sonrisa avergonzada y sus mejillas se conrojan en el momento en que recuerda que Langa, de hecho, le pidió que empacara no solo guantes sino también escarpines tejidos. Sus manos vuelan a su rostro para ocultar su vergüenza y el chico de cabello azul no puede evitar sonreírle, sosteniéndolo en sus brazos, apoyando su barbilla sobre el pelirrojo frente a él y riendo en silencio.
—Daijoubu —murmura. Se permiten un momento de silencio y paz entre toda la prisa por recuperar el equipaje y alejarse de toda la gente que los rodeaba, ocupados en su eterna prisa. Porque los últimos meses fueron tan intensos y extremos, que terminó tomando conciencia de las muchas cosas que Reki hizo por él desde el primer momento en que se conocieron, abriéndole su corazón y su mente a Langa, hablando durante horas sobre skate y los materiales, trucos y técnicas que por supuesto, el alto estaba feliz de escuchar, porque esto también lo ayudó de alguna manera a hacerle saber al otro acerca de sus propios miedos y devociones; compartiendo ambos instantes que estaban seguros nadie más podía apreciar jamás. No como ellos lo hacen.
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[From the streets to Paradise] | Sk8 the Infinity
Fanfiction*Inspirado gracias al fanart de @/_Steffanarts "It's snowing!" en TW e IG. Vayan a darle a Steff todo el amor que se merece y quédense aquí para mi primera dosis de Reki & Langa *Inspired by @/_Steffanarts "It's snowing!" on TW and IG. Go and give...