𝙏𝙃𝙊𝙍𝙆𝙄 & 𝙃𝙄𝘿𝘿𝙇𝙀𝙎𝙒𝙊𝙍𝙏𝙃 𝙎𝙏𝙐𝙁𝙁 *:･ﾟ✧

❝ 𝐘𝐎𝐔𝐍𝐆 ❞ (𝘉𝘪𝘭𝘭 𝘹 𝘒𝘪𝘮)

Parte 1 - Just Like Heaven

Primavera, 2007
[𝘛𝘩𝘦 𝘊𝘶𝘳𝘦 𝘱𝘭𝘢𝘺𝘴 𝘰𝘯 𝘵𝘩𝘦 𝘣𝘢𝘤𝘬𝘨𝘳𝘰𝘶𝘯𝘥]

Cuando cumples diecisiete crees que eres el rey del mundo. Con un poco de suerte la vida te sonríe y te embalsama los últimos años de la adolescencia con experiencias de lo más intensas y memorables, acompañadas de personas que eligen quedarse o que simplemente se van. En el caso de Kimberly, la vida a los diecisiete no era muy distinta.

Iba dentro del auto, en una carretera que lo encaminaba directo a su nueva vida. Recostó su cabeza junto a la ventana abierta, el viento le daba en el rostro, despeinando su cabello, como una caricia cálida; sutil y fresca.
Más parecía un amistoso día de verano, lo mejor que podría asimilarse al caluroso clima australiano. La otra cara de la moneda si lo comparaba con el gélido clima de Londres, con el cual chocó cuando salió del aeropuerto.

Sus padres le dijeron que el cambio le haría bien, pero dejar todo lo que conocía atrás solo porque su padre aprovechó una oferta de trabajo de lo más insignificante, sumado a llevar una vida mucho más tranquila, lejos de la ciudad, era ridículo.

No le había gustado desde el principio enterarse que empezaría desde cero, y gracias a su feroz reacción, le quedó de recuerdo una bonita cicatriz en el hombro izquierdo. No tenía una relación muy amorosa con sus padres, y tenía claro que no era y que jamás sería el hijo con el que todos las familias sueñan, pero, al menos no había huido de casa.

Si hacemos una ligera búsqueda con lupa en el mapa londinense, nos toparemos con los bonitos y tranquilos suburbios de 'Little Stempington'; jardines con macetas cada una en su lugar, césped bien podado, familias educadas y paredes limpias de grotescos graffitis. "Un edén para una pareja de viejos" pensó. A simple vista lucia carente de población joven, o al menos eso creyó Kim cuando al llegar se encontró con las calles vacías.

A la mañana siguiente iniciaba la escuela y, a pesar de que no le simpatizaba el rol de chico nuevo, asistió. Se sentó en el asiento vacío, se portó bien, pero se sentía comprimido. La gente le aburría, veía a su alrededor y parecía que no valía la pena el intentar congeniar con alguno de sus nuevos compañeros. Y es que estaban tan tranquilos, tan corrientes, eran grises.

Dieron las nueve de la mañana cuando empezó la primera clase, y como suele ser tradicional, invitaron al chico nuevo a presentarse en frente de todos, cuál rito de iniciación.

Aunque ya había pasado el horario de entrada a la escuela, la puerta del salón se abrió súbitamente, mostrando detrás a un rizado de ojos claros, que estaba tan nervioso como apenado.