Me invitaste a una fiesta, una fiesta en tú casa. Tus padres estaban de viaje.
Me puse un vestido rojo, los labios rojos, y mi cabello negro liso. Cuando me viste te me quedaste mirando, y la satisfacción que sentí fue muy grande.
En la fiesta había ciertas personas que conocía, vecinos con los que solo había cruzado un "buenas".
La noche transcurrió muy bien, tú no te separaste de mí, y yo tampoco. Me presentaste a tus amigos y hablé con ellos, hasta que llegaron las dos de la mañana.
Un amigo tuyo se te hacerco con una bolsa pequeña en la mano, dentro había algo blanco, se me heló el corazón, te mire con miedo y tú tragaste saliva. Y la decepción fue muy grande cuando cogiste la bolsa la abriste y absorbiste por la nariz.
Me levanté con los ojos cristalizados con la intención de salir de allí. Me seguiste y me cogiste del brazo.- ¿A esto era a lo qué te referías cuando decías que estabas jodido?
- Sí, y lo siento.
- ¿No estás dispuesto a cambiar esto? ¿Quieres morir?
- Eso no te incumbe. Pero no tengo la fuerza de voluntad para hacerlo.
- Pues cuando la tengas me avisas.
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Pᴏᴅʀɪ́ᴀᴍᴏs Hᴀʙᴇʀ Sɪᴅᴏ Tᴜ́ Y Yᴏ
Ficção AdolescenteTodo lo que podríamos a ver sido pero no pudimos.