2. Un poco de luz.

486 18 3
                                    

El timbre no ha sonado y se me hace muy aburrido continuar sentado sin hacer nada mejor que el sentarme y escuchar música.
No tengo ganas de escuchar algo en específico, sólo dejo el modo aleatorio reproducirse y le cambio cuando la canción no es lo suficiente buena para deprimirme más.

Vuelvo a checar la hora y son las 7:28 am.

¿En serio? No han pasado ni diez minutos, pregunto a mis adentros.

Mis ojos comienzan vagar de un lado a otro en busca de alguien o algo que mirar. Entonces sé que mirar, a Eleanor... una de mis "amigas", lo que es extraño.
No tengo amigos, creo haberlo comentado y a ella no la cuento por razones que me avergüenzan, sólo puedo mencionar que ella es una chica... extrovertida y bonita. Un poco presumida y creída y ella si está rodeada de amigos, avergonzandose de mí.

La conozco desde que tengo como cinco años, es vecina de mi amargada abuela y suelo visitar su casa muy seguido (cada domingo, después de la Iglesia, para ser preciso), charlamos y ella me cuenta absolutamente todo. Confía en mí, pero yo no confío en ella.

—H...Hola Jake— saluda Eleanor. Su voz tiembla, porque sabe que no debería estarme hablando.

Intento ignorarla, pero estoy muy enojada con ella y es inevitable mantenerme callado. Quiero herirla con mis palabras, aunque sé que no le tomará mucha importancia porque ella es inmune a ello.

—Vete— digo en tono cortante—, no quiero verte la cara.

Sus ojos se cristalizaron ante mis palabras, se acerca a mí en dos zancadas.

—¿S... Sigues  m... molesto? En serio, lo lamento mucho— tartamudea, en un intento nulo de mantenerse tranquila.

Niego con la cabeza, mientras cruzo los brazos bajo mi pecho.

—No quiero que vuelvas a hablarme— le digo, en tono firme.

Intenta acercarse a mí, sin embargo, me alejó lo más que puedo.

—Jake, no fue mi culpa. ¡Yo no sabía que iban a... usarte!— exclama Eleanor, herida.

Suelto el aire de mis pulmones y río.
No puedo creer que después de tanto tiempo de conocerla, crea que no me doy cuenta cuando miente y se atreva a montar sus dramas de "yo no sabía que pasaría eso".

—Sí, claro. No quiero que vuelvas a hablarme— la miro directo a los ojos, para intimidarla, aunque sea un poco—. Y hablo en serio.

Las lágrimas caen en una carrera sobre sus mejillas y baja la mirada, apenada.

—¿Vas a atreverte a abandonar nuestra amistad de once años? ¡No debería terminar así!— exclama, molesta.

Asiento con un ademán y sonrío.

—Sí. No fui yo quien le pone fin a esto, ¡fuiste tú al permitir que tus amiguitos me hayan lastimado como lo hicieron!

Se acerca un poco más a mí y hace algo que no espero, ni veo venir. Ella me... besa.

Sus labios chocan con los míos de golpe y al principio duele, porque fue fuerte el impacto.

Al principio, no le respondo el beso, nuestros labios quedan quietos por un momento y después lo respondo y me dejo llevar por el momento.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 04, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Treinta días y un finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora