JungKook, el típico cliché del alfa fuerte, duro, rudo. Que tiene tatuajes, empresario exitoso, millonario, que no se interesa en nadie más que en sí mismo y su bello omega TaeHyung, estaría dispuesto a vender su alma sólo por poder presenciar su pr...
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Porque eres lo más importante para mí, y aunque he querido hacer esto desde hace bastante tiempo, mereces algo especial. Muy especial.
Ya eres mío, y yo tuyo, pero lo quiero gritar al mundo.
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SX
TaeHyung se estaba probado un poco de la ropa que había comprado, viéndose al espejo mientras lo hacía.
Después de unos momentos sintió una mirada muy pesada clavada en su espalda. Sin embargo, aún tenía la camisa enredada, así que no podía ver quién era, o si es que había alguien o era solo su imaginación.
Una vez se quitó la camisa, pudo ver qué era JungKook quien prácticamente lo estaba devorando con la mirada. Si analizamos de manera detenida la mirada que JungKook le daba, se encontraban dos emociones predominantes; amor y deseo, aunque claro que TaeHyung ya debería de estar acostumbrado, el pelinegro siempre lo veía así. Sin importar lo que estuviera haciendo.
— Mi bebé, ¿Hoy te he dicho lo precioso que eres? — Acercándose a su menor por la espalda sin darle tiempo de cubrirse observándolo directamente a los ojos por el espejo, al mismo tiempo que enredaba sus brazos en la delgada cintura de su chico.
— Kookie, me lo has dicho 25 veces; 26 con ésta, y apenas es la una de la tarde — Susurró a cambio el bajito algo avergonzado por como su mayor lo comía con la mirada, lo halagaba y como cereza del pastel, pasaba sus manos por todo su abdomen con una paciencia abrumante, como si quisiera aprender el lugar exacto de cada poro en su piel.
— Mhm, creo que no lo he dicho lo suficiente — En un murmullo con la voz un poco ronca algo distraído pues la piel de ese cuello lo estaba llamando a gritos. Así que, ¿Para qué hacerse del rogar? Empezó a besar y dejar pequeñas mordidas desde el cuello, nuca, hasta sus desnudos hombros.
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