1. Una mañana "normal".

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Era un día de muchos en los que despertaba a causa de los gritos de sus padres, los cuales discutían por una infidelidad.

(¿Se divorciarían algún día? No quiero ver a mi familia separada…)

Pensó Octavia con desánimo, reincorporándose en el colchón de su habitación, tomando el móvil que estaba en la cómoda, revisando la barra de notificaciones.

Nada nuevo, tan solo notificaciones de Voxtagram, Voxtube, pero nada de mensajes.

Y esta era una realidad, la mayoría del tiempo estaba sola.

Dejó el móvil de lado, levantándose para así poder vestirse adecuadamente para salir a desayunar con su familia o al menos intentarlo, pues los gritos y sonidos de jarrones rotos no cesaban.

—¿¡Quieres follarte a todo el castillo o qué!? —gritaba Stella totalmente exaltada, tomando uno de los Imps que servían en la cocina, tirándolo hacia Stolas el cual lo esquivó, haciendo que otros pequeños diablillos se alejaran con cierto temor de las aves infernales, ya que no querían ser arrojados.

—¡Ya hemos tenido esta conversación Stella, sabes que no…! —negó Stolas, viendo de reojo como su hija entraba a la cocina, por lo que trató de ser más delicado aún con sus palabras y tono de voz.

—No me cansaré de decirlo, ¡Eres una puta vergüenza para nuestra familia y clase social! —gritó, señalándole de forma amenazadora con el dedo, haciendo que Stolas alzase las manos a la altura de su pecho, como para impedir que lo tocara.

—¡¡NO MERECES SER UN PRÍNCIPE GOETIA, QUEDARÍAS MEJOR SIENDO UN ESTÚPIDO COCHINO PLEBEYO IMP!! ¡¡ASÍ CHUPARÍAS SUS VERGAS SIN JODER NUESTRA PUTA REPUTACIÓN!!—terminó por decir la mujer, hasta desafinando su voz de lo alto que gritaba, se la veía totalmente rabiosa que incluso agitaba sus brazos de forma amenazadora.

Pero finalmente salió de la cocina, gritando de por miedo con sus plumas totalmente erizadas por la rabia, lanzando y pateando unos cuantos jarrones, sin siquiera saludar a su hija, ignorándola completamente.

Stolas suspiró, bastante cansado de esto, pero escuchando el sonido de una cuchara giró su cabeza 180° para poder ver a su hija la cual parecía estar comiendo cereales.

Volvió su cuerpo en dirección hacia donde miraba.

Después de lo que pasó el día de Loo Loo Land, Stolas trataba de ser un mejor padre, no proponerla ir a ningún lugar de forma forzosa ni hablarla despreocupadamente.

Tan solo se acercó a ella, sentándose a su lado.

—Perdona querida...por escuchar eso —se disculpó rodando su mirada con cierta tristeza, pasando un brazo por los hombros de su hija, abrazándola en el acto.

Octavia tan solo se dejó llevar, dejando de comer sus cereales.

—Da igual —decía la menor con amargura, apoyando su cabeza en el cuerpo de su padre, tratando de contener sus lágrimas, pues aún que esto fuera día a día era algo muy duro para ella.

—Se que no te da igual, cariño...de verdad, perdóname, siento que día a día veas esto...—susurró Stolas, volviendo a mirar a su hija, acariciando un poco su hombro, quería que supiera que estaba ahí para ella.

—Si lo sintieras dejarías de acostarte con ese diablillo, papá —se atrevió a decir Octavia con bastante tristeza en su voz, cruzándose de brazos. Se sentía rota por la situación de su familia.

El príncipe Goetia no habló, no tenía palabras, no sabía que decir, esa contestación le dejó mudo, pero tan solo se separó un poco de ella, mirándola.

Pensó.

—Tienes razón, pero...agh...no es tan fácil, Via —admitió el padre tras estar unos momentos en silencio.

Realmente debía de arreglar su situación familiar, pero no dejaba de pensar en aquél diablillo, le daba tanta diversión y buenos momentos en la cama, quería estar junto a él mucho más, pero su hija estaba mal y se sentía bastante culpable por ello.

Como padre, debía de hacerla feliz.

~Un amor prohibido~ (Stovia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora