El espejo en el que Alysia estaba se estaba examinando estaba lleno de polvo, definitivamente tendría que ir por un trapo para limpiarlo, pero eso sería después, ya que ahora ella estaba cuestionándose mientras sus ojos se perdían en su reflejo, específicamente en sus ojos. Estos eran diferentes el uno del otro, el derecho era completamente gris con unas cuantas motas de azul grisáceo si se miraba más de cerca, y el izquierdo era gris casi en su totalidad si no fuese por aquella mancha de color índigo que se situaba en la parte inferior derecha de su ojo, el mismo color de ojos de su madre y hermana; hace tiempo le habían dicho que lo que pasaba con su ojo no era tan importante, pues lo que ella tenía era una anomalía llamada heterocromía ocular. Si bien la combinación de colores fríos junto con las pupilas de sus ojos hacían parecer que llevaba un anochecer con luna y estrellas, y si le sumábamos que ella había heredado el mismo cabello de su madre, que era de un negro total (como la sensación de vacío que todos podríamos haber sentido alguna vez) y tan lacio que podría parecer seda oscura de no haber estado sujeto por su cuero cabelludo.
Si se seguía la línea de sus pobladas pero finas cejas, se bajaba a una nariz pequeña y un poco torcida, y continuaba por sus mejillas, las cuales eran sostenidas por afilados pómulos , seguía en sus finos y rojizos labios y terminaba en un mentón que siempre se encontraba alzado y esto le daba un aire de determinación y fiereza; sus brazos y piernas eran largos y fuertes gracias a su entrenamiento, su piel era un tanto pálida y el conjunto de pijama que llevaba era azul y negro.
Mientras se repasaba en el espejo, se cuestionaba lo que su hermana le dijo; ella no quería creer que su madre ocultaba cosas, y la entendía, pues su madre siempre había sido honesta con las dos, aparte, ellas la amaban más que cualquier otra cosa y por ende, si amas a alguien, confías en esa persona y das lo mejor de ti para no fallarle. Pero si Alysia era tres cosas, esas eran: curiosa, intrépida y aventurera, así que ella tenía una determinación férrea a descubrir que era en lo que se había metido su madre (aún si su hermana la intentaba llevar al manicomio por eso); sin embargo, no se atrevía a preguntarle a su madre, tenía la impresión de que lo negaría todo y escondería todo lo que más pudiera de sí, y eso, a Alysia no le convenía.
De todas formas, ¿Quién era el chico de la foto? ¿Qué relación guardaba con su madre? ¿Qué había pasado con él y Valerie? ¿Cuál era su historia? ¿Sería ese su padre?
Sí, ni Alysia ni Evangeline sabían quién era su padre, el apellido que llevaban era el de su madre: Valerie Singh, y ella tampoco les hizo extrañarlo, era única e increíble y siempre se esforzaba por darles lo mejor de sí, así que ninguna de las dos le reprochó nada, ni la trataron mal por no decirles, ella tendría sus razones para no hacerlo. Aunque a veces se imaginaba que se sentiría tener un par de brazos alzándola por los aires y atrapándola como veía que otros padres hacían con sus hijos en los parques.
Mientras estos pensamientos se situaban en su mente, sintió su cuerpo involuntariamente caer a la cama con un ruido sordo, al parecer pensar demasiado o darle muchas vueltas a las cosas te agotaba. Antes de que el sueño se apoderara de ella y sus párpados se volvieran líquidos, Alysia se prometió que averiguaría todo en cuanto el señor de la foto, y sobre la verdadera identidad de su padre.
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El acto de descender
FantasyAlysia sabía que su pasado ocultaba algo desde que tenía memoria, simplemente lo había evitado durante dieciocho años; pero ahora ya no puede hacerlo, la necesidad de una aventura la hace investigar los secretos de su pasado, los cuales la llaman y...