Últimamente, escribir no es lo mismo de antes. No encuentro buenas ideas que pueda utilizar en mis historias. Siempre que encuentro una buena idea, alguien se me adelantó y la utilizó en su nuevo best seller. Me da mucha rabia no ser más veloz… Si la hubiera escrito antes, podría haber sido famosa con esa obra.
Ya llevo cinco años en que no escribo nada muy popular, mis libros están por el suelo. Recuerdo que el último libro que escribí, se trataba de una niña que debía encontrar su hogar, después de haber perdido la memoria. Era un libro que te envolvía por completo en su trama. Ahora, solo escribo basura.
Son las tres y media, debo terminar mi trabajo antes de que llegue Edward, mi editor. Él es un hombre muy exigente. Como personaje de libro, sería el segundo personaje principal, más secundario, que es guapo, todas las chicas están detrás de él, se destaca en lo que hace y es el "enemigo" de la principal, hasta que en el final se quedan juntos. La gente de su clase me da asco, prefiero quedarme sola hasta que muera. En todo caso, no soy el atractivo de ningún hombre, ya que tengo una personalidad insoportable. ¿Por qué les digo todo esto? Porque estoy furiosa, no puedo terminar una estúpida historia y, además, soy tan directa hacia la gente que nunca podré hacer que alguien me quiera.
Físicamente, no soy fea, para nada. Lo que aleja a la gente es mi personalidad.
Cuando alguien me conoce de vista, todo está bien, hablan conmigo y escapan. Es lo normal para mí.
Me queda un párrafo para terminar la tonta historia que estoy escribiendo. Son las cuatro, queda menos para que Edward llegue…
Ya llevo escribiendo un buen rato del párrafo cuando me da mucha hambre. Voy a la cocina a servirme un buen plato con cereales de maíz y leche. Es una de mis comidas favoritas, fácil, poco elaborada y no te deja hostigada por comer. Comí tres cucharadas de mi cereal y suena el timbre de mi casa… ¡Es Edward! Solo me faltan las últimas palabras, pero no se me ocurre nada. Entro en pánico. ¡Ese arquetipo de libro me va a matar!
—Laura, abre la puerta. Hoy es la fecha límite de tu próximo libro. —Edward golpea la puerta un poco molesto.
Tengo un bloqueo mental muy grande. Solo debo poner unas cinco palabras y ya, pero nada viene a mi cabeza. "La chica fue succionada por el libro que llevaba siempre con ella. Nadie más la volvió a ver".
¿Qué fue eso? Ese extraño pensamiento pasa por mi cabeza, pero calza con la historia que estoy escribiendo, así que la anoto y le abro la puerta a Edward. En la entrada se encouentra él. Cabello color nogal, ojos verdes oscuro, alto, cabeza pequeña, piernas largas, nariz perfecta, sonrisa deslumbrante, cuello largo, torso perfecto, en resumen, él es perfecto, por un cierto detalle.
—Lo siento, no había escuchado que tocabas. Estaba en mi habitación en el segundo piso. —me lanza su carpeta.
—¡No dejaré que me dejes esperando nunca más! Soy tu editor, así que debes respetarme. —esta furioso. Él tiene una personalidad igual de mala que la mía.
—Así que vienes a lanzarle una carpeta de tapa dura a una dama, tú no te puedes considerar un caballero.
—¿Dama? Yo solo veo a una chica estúpida de diecinueve años.
—No hables mucho, solo eres un arrogante de veinte. —las discusiones continúan, siempre es lo mismo. Ninguno de los dos va a ceder a darle a razón al otro. —Sabes qué, solo toma la historia y vete.
—Veo que la has terminado a tiempo, al fin. —sus palabras me hieren un poco. Le doy el manuscrito y lo empujo a la puerta. La cierro tras de él y me siento en el sillón que hay en la sala de estar.
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Odisea en tacones
Adventure"¡No volveré a escribir una palabra en mi vida!". Esas fueron las últimas palabras de una escritora, que comenzó una gran aventura, sin que ella la quisiera. Atrapada en el mundo donde solo las palabras describen la historia de las personas, tendrá...