C I E G O † Drarry

Primera parte: la soledad de Harry.

Habían pasado diez años desde la batalla de Hogwarts, y aunque todo el mundo creía que su vida no era más que una aventura. Harry sabía que su existencia no era más que una simple rutina.

Despertar por las mañanas bañarse y desayunar; ir a San Mungo; atender a sus pacientes. Hermione le obligaría a tomar un almuerzo con ella, después de veinte minutos llegaría Ron a compartir y se uniría a ellos, Entonces Harry calcularía unos quince minutos más para irse y dejar a la pareja pasar tiempo juntos; terminar su turno y volver a casa, para hacer lo mismo al otro día.

Los fines de semana iba a comer a la casa Weasley, donde lo típico era compartir con sus sobrinos quienes le adoraban por ser él "tío divertido". Probablemente se debía a que era el único de la familia que no tenía hijos y aún no se activaba en él ese sentido de ser un aguafiestas de la diversión.

Después de ser atormentado por una manada de pelirrojos y uno que otro Rubió, era atacado por un discurso de la señora Weasley quien le haría comer lo máximo posible mientras le reclamaba un nieto de manera muy poco sutil, sería salvado por el señor Weasley, Para después ir a un bar con Hermione, Ron; Ginny y Neville pasado treinta minutos se les unirían George y luna.

Irremediablemente se sentiría incómodo por estar rodeado de parejas y sería el primero en retirarse asegurando que tiene un turno a la mañana siguiente. Hermione que trabaja con él sabría perfectamente que esto es falso, pero aún así le dejaría ir.

A veces no iban al bar, sino que se quedaban en el patio de la madriguera y compartían entre todos charlas hasta tarde, de cómo eran sus días y qué novedades habían.

Y así era su vida, monótona, tranquila algo sola, pero no tenía a nadie que quisiera matarle. Algunas veces se alejaba de todos por las constantes preocupaciones, que le hacían agobiarse. "Parece que te faltan ganas de vivir, Harry" le había dicho Hermione una vez.

No supo qué responderle. No es que no quisiera vivir, era solo que, no sabía cómo hacerlo.

Veía a las personas de alrededor formar su vida y sabía que no quería lo que ellos tenían, realmente no sentía envidia de los viajes de Fred y, de la peculiar relación de luna y George o de la amistosa relación de pareja de Hermione con ron. Algunos llegaron a insinuar que ver a ginny con Neville, le mostraba lo que pudo ser, solo Volteaba los ojos ante este comentario, Ginny y el nunca podrían ser, era demasiado incestuoso, desde el gran hecho de que la quería como hermana hasta el parecido con su madre y, aunque una vida en los montañas de Rumanía junto a dragones y un jugador de quidditch profesional era más de lo que muchos pedían, tampoco quería una vida como la de Charlie.

Aún así, no sabía que quería realmente, comía por comer, respiraba porque es algo automático y eso estaba bien, realmente no tenía muchas fuerzas para hacer algo más.

Hasta que ese fin de semana algo extraño sucedió, decidieron que no irían al bar, porque esta vez vendría de visita Charlie y Fred. Este último se había ido de viaje en busca de ingredientes para sus pociones.

El primer viaje que Fred hizo solo, sin la compañía de su gemelo; fue porque lorcan el primer hijo de George en ese momento aún era muy pequeño, los viaje duraban meses y no quería perderse los primeros momentos de su bebé.

Fue doloroso para los gemelos separarse pero en algún momento sucedería, es parte de crecer, después fue porque Luna estaba enferma, al siguiente viaje iban a ser padre de nuevo, después no había excusas pero ya era común que Fred fuera sólo y que George se quedará atender la tienda.

Con el tiempo los viajes se hicieron más seguidos, y Fred pasaba poco tiempo en Inglaterra, siempre estaba para celebraciones y festividades pero el resto del año la pasaba explorando tanto el mundo muggle como el mágico. Solo se quedaba a descansar algunas semanas en casa. Más que por trabajo era por placer. A pesar de eso Fred y George seguían teniendo esa conexión irrompible y de vez en cuando esté último tomaba un traslador y le iba a visitar allí donde su gemelo estuviera.