Cruzar miradas con ella tras aquellas conversaciones por WhatsApp se convirtió en mi actividad favorita sin duda, aquellos ojos tan grandes y oscuros de ella eran totalmente adictivos, aunque no caí en la cuenta de aquello hasta ver que en cuanto bajaba a el patio de aquel asqueroso colegio religioso, buscaba su mirada para poder sentir esa pequeña chispa en el estómago que me hiciera activarme para el resto del día. Me sentía cual yonki frente a su mayor adicción, ella. Tenía varias facetas a tener en cuenta, era una chica simpática por teléfono, mientras que en persona era totalmente lo opuesto, me ignoraba y solamente me permitía apreciar sus bellos ojos durante unos segundos cada día. Uno de todos los días que la veía, decidí ir a hablar con ella puesto que ella no lo hacía conmigo, encontrándome con su segunda faceta, una chica fría que hacía como si yo no existiese, doloroso cuanto menos. Poco a poco, y insistendo, pude seguir hablando con ella a diario para lograr quedar fuera del ambiente escolar e ir por ahí, conseguí hacerlo, quedando para ir a pasar el día a un parque de picnic. Dios santo, la vería de cerca por fin, podría tener más contacto con ella de una vez, mi intestino se revolvió sin darme tiempo a nada más que comenzar a avisar a amigos míos para que me acompañasen, puesto que ella iría con amigas suyas y demás. Aquella semana se hizo eterna a mi parecer, entre los estudios, el gimnasio y la monotonía general de mi vida, esta fue asquerosa, solo ella podía animarla hablando conmigo mientras que yo me emocionaba por pensar en aquel maldito día. Llegó el sábado, me levanté a las 9:00 a.m, bastante cansado puesto que por los nervios me dormí a las 3 de la madrugada, cuando me levanté, preparé las cosas super rápido y con prisas a pear de estar al lado de donde habíamos quedado y de que faltasen cuatro horas y media. Me duché, peiné, planché mi pelo, me vestí y todo en menos de 35 minutos, tuve que esperar por la hora indicada al final ya que acabé antes.
Al final, por leyes azarosas del destino, o porque tengo muy mala suerte, ella decidió ir con sus amigas por la tarde, dejándonos a mis a amigos y a mí allí solos hasta su llegada. Yo no hacía más que hablar de ella aquellos días, era extraña, no sabía como reaccionar ante ella, su mirada, su frialdad, todo era muy extraño. Tras pasar unas horas con mis amigos allí, nos llamaron para decirnos que ya estaban llegando. Fuimos a por ellas automáticamente, pero... por el camino yo recurrí al alcohol para relajarme ante ella. Al llegar donde nos teníamos que ver, me impresionó, iba vestida de negro por completo, aquello la hizo ganar demasiados puntos, llevaba unos calcetines de color azul marino con lunares blancos bastante monos que se veían. Al verla, mi estómago dio otro vuelco, esta vez más leve, lo que me permitió aacercarme a saludar a la Lilith con dos besos y a sus amigas. Noté la misma sensación que tenía cuando estaba con ella, había una barrera entre nosotros cuanto menos, cortante. Paseamos divididos en dos grupos distintos, ya que Lilith y sus amigas iban por su lado y mis amigos y yo por el nuestro. Llegó un momento donde quizás por el alcohol, o porque mi cerebro se interpuso a mis sentimientos absurdos, decidí no avanzar más tras ella, saqué una manta, la puse en el suelo y me senté, no esperaba que nadie más lo hiciese, pero para mi sorpresa, en pocos instantes todos estábamos sobre ella sentados, excepto Lilith.—¿Por qué no te sientas?—Dije con un tono algo sarcástico mientras clavaba mi mirada sobre la de ella.
—No me apetece.—Dijo cortante cual cuchilla.
En ese momento, decidí comenzar a molestarla para ver si así reaccionaba, lanzándole un boli para ver si lograba mosquearla, su respuesta al darle despacio, responder, pero responder de muy mal humor lanzándome el bolígrafo a la cabeza con bastante fuerza, mi respuesta, volvérselo a la lanzar, sin darle esta vez. Uno de mis amigos, fue a por el boli caído y se lo lanzó a la chica en el trasero, su respuesta, coger el boli, descapucharlo e ir a clavárselo al chico, aquel impulso asesino que ella acababa de tener, heló mi sangre. Ambos, comenzaron a pelearse, agarrándose y mordiéndose mientras yo contemplaba la escena tan confuso como celoso ¿Qué era aquello? Mi amigo tocando a la chica por la que yo me moría y que ni siquiera era capaz de rozar, para que él estuviese tan agusto así. Para alivio mío, esa escena duró menos de dos minutos, ella había propinado un mordisco a aquel chico en la mano de una manera cuanto menos sádica, tenía un círculo morado alrededor del mordisco y tenía pinta de dolerle mucho, impresionante. Tras aquello, tuve un impulso protector, ya que mis amigos son personas que me importan mucho y no me gustó nada aquello. Y mucho menos, me hizo gracia aquello que dijo de 'Lo siento', pero no un 'Lo siento', de... 'Oye, que me he pasado', sino que fue uno dicho por puro compromiso debido a que todos la miraban juzgando aque acto.
Miré a la chica cuando vi lo que había hecho, de una manera cuanto menos dura y fría, yo también podía mostrarme de aquel modo. Y las palabras salieron de mí sin que nadie lo esperase...
—No sé como me has podido gustar, de verdad, no lo entiendo. Eres guapa, preciosa más bien, tienes un cuerpo de escándalo, eres muy inteligente y encima te gustan las mismas cosas que a mí, pero... ¿Sabes qué...? Alguien que hace daño a otra persona de esa forma, tan dura y tan fría sin ni siquiera mostrarse apenada por ello no merece la pena. De verdad ¿Quién te crees? Me he pasado días y días tras de ti, mirándote de lejos, pensando en lo bonita que eras y en lo que me gustabas ¿Para qué? Para nada, porque parece que todo te da igual, te da igual que alguien se esté muriendo por tus huesos, que alguien se haya hecho daño por tu culpa, todo, te da igual.—
Tras decir aquello, me levanté sin mediar más palabra con ella y la agarré del brazo para irme junto a ella a dar un paseo. Era una chica de pocas palabras, algo irritante quizás, pero eso la hacía más interesante a su vez, tenía un efecto en mí cuanto menos embaucador, me tenía sus pies a pesar de haber hecho aquello. Tras haberle dicho lo ya mencionado anteriormente, me daba igual decirle que me gustaba de nuevo, o que nunca me había intentando acercar a alguien de la manera que lo hacía con ella, que adoraba su forma de ser pero que tenía algo a su alrededor que no permitía que ella fuese... Ella. Contestó a pocas de las cosas que dije, pero sí que sé que las escuchó. Una de ellas fue... una frase que salió de mi estómago y que casi hace que explote junto a él.
—Eres pura electricidad ¿Sabes? Es acercarme a ti y un calambrazo recorre mi cuerpo desde el dedo gordo del pie hasta mi cabeza, para luego volver a bajar y desaparecer, cada vez que cruzamos una mirada, una palabra, o cuando nos tocamos...—
En aquel maldito momento, no sé que hubiese pasado, quizás la hubiera podido besar, quizás no... a día de hoy me pregunto eso miles de veces. Estábamos cerca, muy cerca, y sus ojos miraban los míos en todo momento, sonreía, y yo me sonrojaba mientras hablaba... pero... no me atreví a hacerlo por el hecho de que quizás rompería lo poco avanzado que llevaba con ella.
Volvimos a la toalla, con ella habiendo recapacitado sobre lo que había hecho a mi amigo, y pidiéndole perdón como era justo, y dándose un abrazo. No me puse celoso, me alegré por ella, y luego sí, le pedí mi abrazo puesto que yo también lo quería, me lo dio, pero no había esa cercanía necesiaria en él para... poder hacer de aquel abrazo algo más.
El resto fue simple, en cuanto nos volvimos a sentar, un telón de acero se puso entre nostoros y fue casi imposible hablar con ella. Hubo un nuevo detalle de ella que me hizo estremecer... tenía los nudillos de ambas manos hechos polvo, morados y rajados. No tardé en agarrar sus manos y preguntarle que por qué hacía aquello. Ella me contesto con su natural serenidad.
—Me aburrí y cogí unas tijeras.—Dijo sonriendo de medio lado.
Tras aquello, el día terminó con ella yéndose con una de sus amigas por un lado sin ni siquiera despedirnos como era debido, yéndome yo con otro de mis amigos y una amiga de la chica de vuelta, puesto que mi segundo amigo se marchó cuando vinieron a recogerlo sus padres. Terminé aquel día, contando mis impresiones sobre ella a su amiga y mi amigo como un plasta enamorado mientras volvíamos, fueron muy buenos conmigo puesto que no me reprocharon que fuese un pesado a pesar de saber los tres que estábamos allí que lo estaba siendo.
No recibí un mensaje de ella... nada... me negaba a ser yo quien mandase aquel primer mensaje tras aquel extraño día, quería mostrar que yo también podía tener algo de orgullo.
Aquellos cortes, aquellas cicatrices, aquella mirada, todo estaba en mi pecho condensado de un modo extraño que no sabía como expresar, notaba que algo dentro de mí se revolvía y que iba a estallar en cualquier momento.
Era... distinta a todo lo que había conocido antes.
Continuará...

ESTÁS LEYENDO
Demencia perfecta.
Horror'Sentirse distinto es algo común aunque parezca mentira. Todos nos hemos hecho preguntas tipo "¿Esto solo me ocurre a mí?" "¿Soy el único que piensa así?" alguna vez en nuestra vida.  Preguntas, que solemos dejar sin respuesta, por el h...