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Una vez entraron al castillo. Kiara tomó de las manos a Rubén y se encaminaron hacia la cocina.

-Para que estamos aquí?- Preguntó dudoso. Kiara le hizo una seña de silencio. Tomó el delantal que había en un gran armario y se lo puso. Le extendió uno. Él la observó confundido.

-Hagame el honor, príncipe Doblas- Le sonrió. Era la primera vez que Rubén apreciaba aquello en su esposa, bueno tal vez por tercera vez. Pero le encantaba. Imitó su acción y tomó el delantal.

Estuvieron varios minutos intentando hacer un pastel para comer entre ambos. Pero se la pasaban tirándose harina en forma de juego. Esquivándose uno del otro, admirando el momento.

Elizabeth y Gisselle, observaban la escena algo escondidas para no ser vistas. Sonriendo. Verlos divertirse y ser ellos mismos. Sin peleas ni remordimientos.

Pero lo que ellas no sabían era el simple hecho que ellos no eran como sus propios padres. Actuaban diferente.
Darán un gran paso en la realeza, un pasó moderno. Donde las cosas y tradiciones ya no serán como antes.

Luego de unos minutos se retiraron para dejarlos solos en aquella gran cocina.

-Mirate- Rió ella. Se encontraba en el mismo estado que él, totalmente blanca por la harina.

-No, mírate tú- Él también rió. -Ay Kiara!- Resopló. La nombrada continuaba riendo. -Ya me había bañado!- La observó de reojo. -Ahora verás!- Iba a alcanzarla, pero ella se dió cuenta rápidamente y comenzó a correr por alrededor de la cocina. Pero Rubén tomó la iniciativa y la tomó por sorpresa. Quedando ella abajo y él sobre ella. Ambos riendo por sus estupideces, que poco a poco les comenzaba a gustar.

Se quedaron observando por unos segundos, solo admirandose uno del otro. Cada figura de uno. De su estado de blanquez. De sus ojos, que eran los únicos lugares que no obtenían blanco.
Rubén sentía una necesidad en aquel momento, necesidad de besarla. Pero no sabía si ella lo aceptaría. No quería "cagarla", cómo él pensaba.

-Sus majestades...- Habló una de las representantes del castillo. Con un cuaderno en mano y un pequeño micrófono en su oído. -Su cuarto ya está listo- Sonrió.

-De acuerdo, ya vamos- Habló Rubén, tratando de levantarse y ayudando a Kiara también.

Antes de retirarse habló. -Oh! Prefieren la cena en la mesa principal o...-

-En la habitación por favor Andrea- Sonrió Kiara. La pelirroja asintió y se retiró.

-Voy a darme un baño- Dijo Kiara, Rubén aceptó.

-Yo igual- Rió. Ambos tomaron diferentes caminos. Pero antes de continuar él castaño dió media vuelta para verla. Kiara era muy hermosa. Por qué nunca se quiso dar cuenta de aquello?. Siempre lo ayudaba en todo y aquello le estaba provocando algo raro en Rubén. Algo que hace mucho había dejado de existir en él.

Odio de realeza|| RDG TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora