[𝕊𝕒𝕘𝕒 𝔸𝕖𝕥é𝕣𝕟𝕦𝕞 II]
[TERMINADA]
Después de lo que ocurrió en '𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐓𝐮𝐬 𝐄𝐬𝐩𝐢𝐧𝐚𝐬', Rose, continuo con su vida junto a Iris y su familia. Sin embargo, dejo atrás una secuencia de hechos, que generaran consecuencias catastrófi...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
'Si me quieres para tu futuro ¿para que carajos revisas mi pasado?'
—Rose Razack.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Pov por Iris
Ignoré lo que encontré ese día en el consultorio de Louise. De hecho, tuve que luchar para que Rose recobrara la cordura. La voz en la cabeza de Rose, se volvió real. Toma cuerpo y voz propia. Se hizo sentir fuerte y más firme que nunca. De alguna forma, sentía que tenía a Rose de regreso conmigo, pero no era ella en su esencia completa. Mire como tomaba un vaso de licor del bar de Louise, mirando desde un rincón del consultorio alternando su mirada con la ventana que da a la calle.
—¿Y los engendros? —Dijo, refiriéndose a nuestros hijos.
—Iris no deberías estar aquí. Tal vez no entiendas lo que pasa...
—Lo sé, Louise. Lo sé todo. —La pelirroja de pie me miro burlándose—. Yo soy la esposa de Rose, y lo sé todo sobre ella.
Soltó una carcajada burlándose de mí. Continúo bebiendo su vaso de licor sin apartar la mirada de mí.
—¿Crees que no sabía de la 'voz' en la cabeza de Rose? Sus lapsos mentales. Sus arranques violentos. Yo... tarde tiempo en darme cuenta. Supe que te darías cuenta, Louise, pero no imagine que lo tendrías oculto. Todo lo que he hecho y lo que soy, es para poder estar junto a Rose.
—Es confidencialidad entre pacientes —Repitió Rose al mismo tiempo que Louise, para luego burlarse—. Entonces, ¿sabes, todas las veces que hemos estado juntas, lindura?
Se acerco. Camino despacio, dando un paso delante de otro, contoneando sus caderas. Saboreando el licor en su boca hasta relamer sus labios. Cuando la tuve frente a mí, sonriente y altiva, no encontré diferencia alguna. Era ella. Había regresado. Levante mis manos con la intención de sostener su rostro, sin pensar que me rechazaría. Pero, aunque quisiera, no era mi Rose. Su cuerpo, su rostro, su olor, sus ojos, su pelo, su boca, pero no era Rose. No era su alma, su esencia, su espíritu. ¡No estaba allí!